En abril de 2014 abrí una sección en mi web joseluisurrutia.com bautizada con el nombre de La pastilla verde. Pretendía ser una columna semanal que en contaditas ocasiones cumplió la prevista regularidad. Los motivos fueron dispares e irrelevantes.

La pastilla verde nació como un espacio en el que opinar, de manera crítica y con dosis de humor, sobre temas relacionados con la literatura, y aunque éste fue el tema central de la mayoría de los artículos que escribí, también hubo otros que hablaban, por ejemplo, de temas políticos o sociales. En el fondo, lo que más deseaba con esta pastilla verde era descargar las tensiones y las malas leches que me producían ciertas noticias o comportamientos.

Lo de elegir una pastilla como nombre de la sección quiso ser una metáfora: para sanar una dolencia, los profesionales recetan pastillas; yo quise que mis artículos fueran esas pastillas que sanaran, o cuanto menos aliviaran, las malas leches de quienes me leyeran y, al mismo tiempo, las mías propias.

¿Y por qué verdes? Pues, como escribí en su momento, el color podría haber sido cualquiera, pero escogí el verde porque, pese a todo, el verde es el color de la esperanza y la esperanza es lo último que se pierde.

Hoy, cuatro años y medio después de publicar mi última pastilla verde, he decidido, al igual que he venido haciendo con otras secciones, trasladarla a esta web, más propia que la otra para hablar de literatura. No puedo prometer una regularidad. Me niego a ello, no quiero obligarme a un tiempo, prefiero dejar que los cabreos lleguen cuando les dé la gana. ¿Que aparece uno cada dos meses? Pues bien recibido será. ¿Qué coinciden tres en un día? Pues serán recibidos con idéntico cariño.

De momento, y para ir dando cuerpo a la sección, voy a ir procediendo poco a poco al traslado.

Espero que mis pastillas verdes sean efectivas, y si a alguien, en vez de dispersarle la mala leche se la provocan, el remedio es sencillo: que deje de leerlas. Sabido es que una misma medicina no siempre actúa igual en todos los cuerpos.