Hoy, no sé bien por qué, me han venido a la memoria los tiempos en que la literatura traspasaba el ámbito de lo personal y se nutría de experiencias ajenas. Me han venido a la memoria, de manera más apremiante que otras veces —porque aquellos tiempos los tengo siempre presentes—, los inviernos dedicados a la documentación; las frecuentes visitas a la Biblioteca de la Diputación de Bizkaia, cuya Sala de Investigadores constituyó siempre un acogedor e inspirador refugio; la escritura de la novela que tuviera entre manos en aquellos momentos… En definitiva, el trabajo aislado e íntimo del invierno, que precedía a una primavera que no sólo florecía en la naturaleza, sino en la actividad literaria: Ferias del Libro; Premios Farolillos de Papel, con sus cenas en el hotel Abando, de Bilbao; Galas de la Edición, con sus cenas en el hotel Carlton, de la misma Villa; comidas diversas en las que, bajo la batuta en todo momento discreta y diligente de Asier Muniategi, Coordinador de las Ferias del Libro de Euskadi, compartíamos plato, tertulia, chascarrillos, novedades, curiosidades; presentaciones en Casa del Libro, en Elkar, en  la Biblioteca de Bidebarrieta…

Muchos eventos, muchas conversaciones, y sobre todo muchos rostros que guardo fielmente en la memoria: Pedro Ugarte, Txani Rodríguez, Javier Abasolo, Toti Martínez de Lezea, Juan Bas, María Eugenia Salaverri, Kepa Murua, Esther Zorrozua, Kirmen Uribe, Edorta Jiménez, Álex Oviedo, Javier Maura, Fernando Palazuelos, Unai Elorriaga, Mikel Jauregi, Miren Agur Meabe, Seve Calleja, Verónica Portell, Jon Arretxe… quienes, junto a otros cuantos y otras cuantas de mi entorno, tuve el privilegio de compartir muchos y muy interesantes momentos. Y cómo olvidar a los grandes autores y autoras de fuera de ese entorno mío que dejaron su poso y su enseñanza en las pocas horas que pasaron entre nosotros: Antonio Gala, Eduardo Mendoza, Julia Navarro, Ian Gibson, Dave Boling, Åsa Larsson, Antonio Álvarez Solís, José Manuel Caballero Bonald, Raúl Argemí, Jorge Edwards…

Hoy, no sé bien por qué, me han venido a la memoria esos tiempos. Y hoy, como ayer, me he sentido pequeño entre tanto grande y honrado por haber podido participar de experiencias que me enriquecieron en lo personal y en lo literario.

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