Esta entrevista tiene una connotación especial, ya que le entrevistada es mi compañera sentimental, lo cual no ha condicionado en modo alguno ni mis preguntas ni sus respuestas.

De Idoia Mielgo Merino como autora podría decir muchas cosas; la esencia de esas cosas queda muy bien reflejada en sus respuestas, por lo que me limitaré a destacar brevemente algunas de ellas: humildad, perseverancia, constante búsqueda de nuevos horizontes, tener muy claro quién es y cuál es su sitio en el universo literario, exigencia personal y un respeto ilimitado por la literatura.

Su predilección, su fuerte, su disfrute más grande reside en la poesía. En su mar navega a gusto, tanto en momentos de calma como de tormenta. La poesía es su elemento natural. Esto es algo que fui descubriendo poco a poco, al tiempo que conocía su personalidad. Un día le dije que no es que ella escribiera poesía, sino que toda ella es pura poesía. Con esta afirmación corro el riesgo de que alguien la imagine todo el día subida a un pedestal tocando la lira con la mirada extraviada en las nubes, o escribiendo sin cesar todo lo que se le pasa por la cabeza, o que sea la típica persona monotema, o que se crea por encima de los demás por el hecho de tener un poemario publicado. Nada más lejos de la realidad. Como sucede en el mundo del fútbol, el buen árbitro es aquel que pasa desapercibido; así es Idoia: una persona que pasa desapercibida, que no delata su faceta poética, que no habla de ello si no le preguntan… Porque todo en ella es poesía, y la poesía en ella es alegría, ganas de vivir, emociones, sueños, deseos de aportar. La poesía no es para ella un medallón colgado al cuello ni un tatuaje en la frente; es algo íntimo, que no le importa mostrar y compartir si alguien se interesa por ello. Para ella, la poesía está en la misma vida, en el día a día. Si alguien la ve andando en bici por los caminos de Cuzcurrita, con una sonrisa en los labios y posiblemente riendo, debe saber que quizá, en esos momentos, Idoia esté sintiendo cómo la vida penetra en ella a través de sensaciones que, tal vez, más tarde plasme en su bloc de notas o en la pantalla del ordenador.

Os dejo con sus respuestas. Por cierto, mi trabajo me ha costado convencerla de que debo mantener el tratamiento de «usted» en la entrevista. Ella considera más apropiado el tuteo, pero desde que inicié esta sección decidí que las entrevistas cobraban un aire más formal con ese tratamiento, y pese a que con los autores entrevistados hasta ahora empleo el tuteo en nuestras conversaciones personales, aquí mantengo ese… «distanciamiento amistoso».

CHARLANDO CON…: Imaginemos que se presenta usted, como escritora, en su caso como poeta, ante un gran público que no le conoce. ¿Cómo se presentaría? ¿Qué le diría?
IDOIA MIELGO MERINO: Realmente las presentaciones suelen costarme bastante, no me resulta fácil hablar de mí misma, incluso en los casos en los que, por trabajo, una ha de mostrar sus cualidades y su experiencia para poder acceder al mercado laboral. En este recién estrenado mundo de la edición he de confesar que aún me cuesta más. Soy una apasionada de la literatura en general y más concretamente de la poesía, pero si he de ser sincera, siento que el término escritora o poeta me queda grande.

CHC: ¿Recuerda cuáles fueron sus primeras lecturas?
IMM: He de decir que tengo una memoria muy caprichosa. Mis recuerdos suelen viajar de forma aleatoria. Se despiertan ante un estímulo sensorial o cuando los reclamo de una forma concienzuda. En este caso no sabría nombrar los títulos que me abrieron la puerta al mundo de las palabras, pero esas primeras lecturas llegaron de mano de los mejores guías que pueden tener los niños: sus padres. Primero fueron tebeos, cuentos, y luego, aquellos que se iban adaptando a nuestra edad. Enid Blyton, con su Club de los cinco, Jerry West y Los Hollister, Los jaguares

CHC: ¿Cómo fue la evolución de esas primeras lecturas?
IMM: Fueron abriéndonos el apetito por descubrir los mundos, aventuras e historias que encierra cada libro. Y ese apetito acabó convirtiéndose en un hambre voraz por la literatura.

CHC: ¿Y qué lee ahora?
IMM: Lo cierto es que leo menos de lo que quisiera. Me gusta leer de todo. Descubrir autores, releer clásicos y disfrutar de autores consagrados. Aunque he de apuntar que, como no puede ser de otra manera, para mí, el género que más disfruto es la poesía y todo lo que tenga que ver con ella. Tanto poemarios, como aquello que me ayude a seguir aprendiendo y descubriendo ese universo que tan poco se valora, ni se le da la importancia lingüística, artística, cultural y hasta social que la poesía tiene, tal y como M.ª Victoria Reyzabal, licenciada en Filología Hispánica y profesora, acertadamente apunta en sus trabajos sobre este género.

CHC: ¿Cree que se lee todo lo que se debiera?
IMM: Definitivamente, no. En la actualidad la vida se ha subido al tren de alta velocidad y todo es prisa e inmediatez, ruido, fuegos artificiales y vértigo, en una búsqueda de la adrenalina que parecemos necesitar para sentirnos vivos. Leer implica ralentizar el tiempo, desconectarse de la actualidad para viajar entre páginas. Es un ejercicio individual, sin ese aparente atractivo social de hacer de la vida de cada uno algo público y participativo necesitado de reconocimiento.

CHC: ¿Por qué no se lee más?
IMM: Seguramente si hubiera una única causa, el remedio para evitar esta desalentadora realidad resultaría fácilmente reconducible. Creo que son muchos los factores que propician esa desgana hacia la lectura: el entorno familiar, el sistema educativo, la despreocupación de quienes tienen la llave para apoyar y cultivar el nivel cultural de la sociedad que representan…

CHC: ¿Cree que se publica más de lo que se debiera?
IMM: No sé si se publica más de lo que se debiera, pero sí me resulta cuanto menos curioso que en un momento en que la lectura es una práctica que no parece contar con demasiados adeptos, ni se la otorga la importancia que merece, haya cada vez más interés en escribir, incluso reconociendo, aquellos que se aventuran en esta disciplina, que no leen demasiado o sencillamente, que no leen.

CHC: ¿Cree que desde los organismos pertinentes se fomenta debidamente el amor a la lectura, a la escritura, a la cultura en general?
IMM: Rotundamente no. La cultura de una sociedad determina su capacidad para formar individuos librepensadores, con capacidad crítica y más difícilmente manipulables. Creo que no necesito decir más.

CHC: ¿Desde cuándo escribe?
IMM: Escribir, como acto de representar ideas o palabras mediante letras u otros signos gráficos, desde que me escolarizaron. Con diez años recibí un regalo que comenzó a cambiar para mí la percepción de lo que resultaba el acto de escribir: me regalaron mi primer diario —y digo mi primer diario porque a éste, le siguió otro más. Con el tiempo descubrí en la escritura una forma de canalizar mi mundo interior, incluso de analizarlo y resultó una terapia imprescindible para mi día a día. No sé vivir sin escribir, lo que sea, un pensamiento, una idea, una reflexión… Al igual que no sé vivir sin leer, sin curiosear en todo aquello que me ayude a descubrir el mundo en que vivimos y a comprenderlo.

CHC: ¿Cómo eran aquellos primeros escritos?
IMM: Dejaré a un lado aquello que quedó guardado entre las hojas de esos cuadernos en los que iba plasmando mis vivencias o pensamientos, pero el valor de estos reside en que fueron impulsores de otra actividad creativa como fueron la iniciación a los relatos cortos, incluso la juvenil osadía de embarcarme en la escritura de una novela. Más tarde llegó el redescubrimiento de la poesía, tan buena compañera del corazón y del despertar hormonal.

CHC: ¿Siempre ha escrito o ha habido épocas alejada de la escritura?
IMM: He tenido épocas alejada de la escritura, una muy concreta y prolongada en el tiempo: la maternidad. Conciliar la vida laboral con tres duendes inquietos y curiosos me absorbía casi toda la energía, pero incluso en esa etapa en la que tan difícil me resultaba detener el tiempo para robar algunos minutos a mis quehaceres diarios, latía en mi pulso la necesidad de describir, o describirme, aquello que vivía, que descubría a través de la mirada fresca e inquisitiva de mis hijos y que me hacía crecer a su lado.

CHC: Sé que es lectora de todo tipo de géneros y de épocas, pero la poesía es, por así decirlo, su «niña bonita». ¿Qué le ve de especial, qué le seduce más de ella?
IMM: Permítame que me valga de las palabras del poeta, dramaturgo y crítico literario T.S. Eliot, que dijo algo así como que la poesía, al expresar lo que sienten otros también cambia el sentimiento, porque lo muestra más consciente; permite que las personas se apropien de lo que sentían, y por lo tanto les enseña algo sobre sí mismos. Personalmente, siento la poesía como elemento preciso para la canalización de las emociones y que no tiene un mensaje único; es el género más abierto a una interpretación plural, que incluye no solo al autor sino a la sensibilidad y recepción del lector.

CHC: Sé que la pregunta se presta a la broma de evocar los célebres versos de Gustavo Adolfo Bécquer, pero dígame: para usted, ¿qué es la poesía?
IMM: La poesía es una compañera que descubrí en un tiempo en que todo son preguntas sin respuestas satisfactorias y nos inunda una crecida incontrolada del torrente emocional que fluye en cada adolescente. De su mano fui aprendiendo a canalizar todo eso, a descubrirme, a descubrir mi mundo y el mundo de otros. A percibir la vida imbuida en las claves que este género proporciona. Para mí la poesía es un estilo de vida, para mí, la vida es poesía.

CHC: ¿Cómo ve el estado actual de la poesía, en líneas generales?
IMM: Infravalorada. Como decía en una respuesta anterior, no se le da la importancia que merece. Actualmente denominada el género menor de la literatura muestra muy claramente su estado, se alude a ella como género difícil de comprender y también de vender, lo cual muestra el carácter comercial, y no cultural, en lo que parece haberse convertido la literatura.

CHC: ¿Considera que, en general, se le tiene el respeto que se merece?
IMM: Creo que esta pregunta queda respondida en la pregunta anterior.

CHC: ¿Por qué, en cierto modo, se sigue viendo a la poesía como cosa propia de gente «rara»? ¿Puede deberse a que carecemos de una formación poética en condiciones?
IMM: Absolutamente. De nuevo me hago eco de las palabras de Reyzabal, que habla de que en la actualidad leer o escribir poesía se sigue viendo como debilidad y no como una práctica comunicativa única, compleja y sumamente rica.

CHC: También ha tocado el relato breve, el cuento, ¿qué le resulta más difícil de escribir?
IMM: Sinceramente, cuando comencé a escribir me decanté por tontear con el relato breve e incluso me atreví a comenzar lo que imaginaba sería una novela. Aún conservo muchos de aquellos trabajos que me retrotraen a otros tiempos, a otra concepción de lo que sería mi devenir. Cuando me aventuré a iniciarme en poesía, lo hice con miedo y con respeto, no sabía cómo adentrarme en un mundo tan complejo como hermoso. Hoy, sin embargo, me ocurre lo contrario. Enfrentarme a la organización y redacción que requiere un relato o un cuento me parece complicado y me da vértigo. La fluidez con la que navego entre poemas me resulta una odisea si encaro mi nave hacia el relato.

CHC: ¿Por qué?
IMM: La poesía es como una esencia: concentra sentimientos, experiencias, ideas o reflexiones en un lenguaje propio. La poesía se ve, se huele, se saborea. En narrativa la redacción está orientada a su interpretación más literal, al mensaje que el autor quiere transmitir. La poesía sin embargo adquiere otra dimensión en el uso del significado denotativo y connotativo del leguaje que utiliza.

CHC: ¿Qué autores y/o autoras han influido más en su obra, si es que alguno/a lo ha hecho?
IMM: Sinceramente nunca he pensado sobre ello. No creo tener un estilo concreto que pueda ajustarse a una influencia de otras obras. Seguramente, si hiciera una disección de mi forma de escribir, una interpretación buscando determinadas características, tendría que desdecirme de estas palabras. No lo sé. Cuando leo poesía es cierto que me recreo en la forma en que su autor expresa o materializa un sentimiento, un paisaje, un espacio temporal, la esencia de la vida… Y me maravillo cuando descubro miradas nuevas, imágenes excelsas y capaces de traspasarme. Posiblemente, como el polvo del camino se adhiere al caminante, algo de lo que leo vaya conformando mi propia mirada. Posiblemente.

CHC: A su juicio, ¿qué es lo que hace buena o mala a una poesía?
IMM: Para mí, en poesía, como en todo género literario, un resultado es bueno si el fruto del proceso de creación ha sido capaz de provocar emociones o sentimientos enriquecedores en quien lo lee.

CHC: Entre una buena acogida por parte del público o una buena acogida por parte de la crítica especializada, ¿con cuál se quedaría?
IMM: Me quedo con una buena acogida por parte de quien se acerque a mis letras, provenga de donde provenga. Cuando se da el paso de dejar volar, más allá de la sombra de un cajón, de un cuaderno o de un archivo informático, aquello que sale de ti, el único sentido que tiene es que a quien sea que se aventure a recibirlo, pueda sentir la emoción y el empeño de lo recogido en esas letras.

CHC: Pese a tener un material poético amplio desde hace mucho tiempo, no se ha decidido a publicar hasta el año pasado. ¿Por qué?
IMM: Es una pregunta que aún hoy me hago. Lo cierto es que, como he dicho anteriormente, para mí la escritura ha sido casi una terapia. Sin otra pretensión que poner nombre a cuanto sentía o vivía para poder ordenar y dar sentido al paso de los días. En las escasas ocasiones en las que hacía partícipe a un pequeño círculo de personas, mi madre —también escritora y poeta—, algunas amigas y compañeras, así como un par de familiares más, de alguna creación que había sentido como especial, siempre me habían animado a dejar que otros compartieran mis escritos. Sin embargo, no me decidí a contemplar seriamente esta posibilidad hasta que mi compañero, escritor de largo recorrido (o sea, tú, por mucho que en esta entrevista me trates de usted) aceptó echar un vistazo a uno de mis trabajos terminados y me insistió en que diera el paso. Para ser sincera, el paso lo dio él, que fue quien envió ese trabajo a un par de editoriales con el resultado de la publicación de este, mi primer y hasta el momento, único poemario en solitario.

CHC: Y a la hora de hacerlo se decantó por la edición tradicional, ¿por qué?
IMM: Me parece el modo natural de hacerlo, quizá soy un tanto romántica.

CHC: ¿Cómo fue para usted ese proceso editorial?
IMM: Realmente este inicio en el proceso editorial me ha resultado fascinante. Lo cierto es que la editorial que apostó por mi trabajo, Olé Libros, una editorial valenciana, me lo ha puesto todo sencillo. El hecho de recibir el contrato editorial ya me supuso un momento inolvidable, aparecer como autor de una obra cuyo título ya tiene su lugar de modo oficial, Tú en mis palabras, me hizo consciente de que aquello ya no tenía vuelta atrás. Iniciaba un nuevo camino que se me antojaba un tanto intimidante pero también repleto de ilusión.

CHC: Aunque es nueva en esto de la edición, ¿qué opinión le merecen las Ferias del Libro, ahora que las vive desde dentro, es decir, desde el lado de la autora, no de la lectora?
IMM: Las Ferias del Libro, como lectora, como usuaria, las he vivido siempre con la ilusión de quien se aventura en un pequeño paraíso. Caminar entre libros, ver el abanico de autores y géneros que se mostraban ante mis ojos me hacía sentir como un niño a quien le plantan en una tienda de «chuches» en el que elegir resulta casi una tortura. Como autora he vivido sentimientos encontrados. Ciertamente no me he podido deshacer de mi sentir como consumidora de literatura, y poder disfrutar del muestrario que cualquier caseta de la Feria dispone entre «bambalinas» casi me abstraía de mi presencia como autora. Por otro lado, como autora y compartiendo el sentir de la persona que se embarca en la participación de lo que una Feria del Libro supone, en cuanto a tiempo invertido, esfuerzo y desembolso se refiere, ha sido un tanto triste. Hoy en día no se cuida nada el esfuerzo que libreros o editoriales hacen por acercar los libros a la gente.

CHC: ¿Impresiona enfrentarse al público que se acerca, ojea, pregunta, compra su poemario, le pide una firma…?
IMM: Sí, sí que impresiona. Me he sentido incapaz de transmitir el agradecimiento y apoyo que un autor puede sentir cuando alguien hace el esfuerzo de adquirir tu libro, tu poemario, tu cuento, y se acerca a ti para compartir su opinión y su sentir contigo. Resulta abrumador.

CHC: ¿Qué haría, si estuviera en su mano y si fuera posible hacerlo, para mejorar las ferias del libro, para atraer más público?
IMM: Cuidar a quienes lo hacen posible: librerías y editoriales. Facilitando un marco atractivo y haciéndose eco de sus propuestas e iniciativas para lograr un buen resultado de cara a que la gente se interese por la lectura. Mostrar un interés real por el contenido de cada Feria que se pone en marcha, de aquello que se va a mostrar, de los autores que se van a conocer. Facilitar infraestructura y difusión contrastada e interesante del evento para incentivar la participación ciudadana. Sencillamente, poner ganas en que las Ferias del Libro tengan el lugar y sentido que se merecen.

CHC: ¿Hay algún autor/a a quien no «pueda» leer?
IMM: Una pregunta difícil. Ha habido autores que me han resultado más complicados de leer que otros, pero no soy capaz de encontrar un nombre que me haya arrancado tan contundente afirmación.

CHC: ¿Y quién es el autor/a al que le encanta leer?
IMM: Pues sí que resultan complicadas de responder estas preguntas… Tengo muchos autores entre mis favoritos y en distintos géneros. En poesía, además de los clásicos, he ido descubriendo a través de mi experiencia lectora, una predilección especial por unos cuantos autores y autoras. Mi poeta de cabecera es Alfonsina Storni, encabeza mi larga lista de autoras favoritas en este género. El listado de autores lo encabeza Miguel Hernández, al que sigue una interminable lista de poetas clásicos, como ya he dicho, y actuales. Y sigo sumando. No dejo de descubrir nuevos nombres que para mí eran desconocidos y que siguen engordando el número de autores que me apasiona leer. Sé que mi respuesta puede resultar claramente imprecisa. Soy una persona indecisa a la que le cuesta decidir cuando tiene demasiadas alternativas entre las que decantarse. Si realmente enumerara los autores o autoras cuya lectura me encanta, esta respuesta sería interminable.

CHC: ¿Cree que puede haber autoras/es que por no ser conocidos en otros ámbitos o no disfrutar de una adecuada promoción puedan pasar inadvertidos a pesar de tener trabajos dignos de obtener más éxito?
IMM: Creo que sí, que es una realidad incuestionable. El negocio literario se ha dejado arrastrar por el estilo de vida que, desde hace un tiempo, impera en nuestra realidad, haciendo tan actual el refranero español, hoy más que nunca, que tiene afirmaciones tan certeras como «coge fama y échate a dormir». Hoy no eres nadie si no apareces en las redes sociales o medios de comunicación. Es el mayor escaparate al alcance de cualquier usuario a través de algo que se ha convertido en tan imprescindible como necesario, el teléfono móvil. Seguir los pasos de alguien conocido es lo más natural y en el mundo de la literatura, como en cualquier otra disciplina artística, resulta hartamente difícil interesarse por la trayectoria de alguien que no se conoce. Por lo que la apuesta suele ser clara, menos inversión con resultado rápido. La calidad queda al margen de la ecuación.

CHC: El fenómeno de la autoedición y de la coedición está en auge y, si los datos no me engañan, cada año hay más editoriales de este estilo —incluso alguna de las grandes ha incorporado esta forma de editar como complemento a su edición tradicional— y más autores y autoras que se decantan por ellas. ¿Qué opina de esto?
IMM: En este punto en concreto tengo opiniones encontradas. Me resulta un tema muy complejo que requiere una respuesta demasiado larga para no caer en argumentos gastados. Como he comentado en una pregunta anterior, quizá por mi espíritu romántico en cuanto a lo que la literatura y su mundo ha sido siempre para mí, creo en la edición tradicional. Como alguien que ambos conocemos dice: el escritor o escritora, escribe; la editorial, edita; la distribuidora, distribuye; la librería, vende y el lector o lectora, lee. Mi idea sobre la edición tradicional nace de mi creencia en que una editorial contaba con profesionales que podían hacer una valoración de los manuscritos entregados, con objetividad y rigurosidad, que garantizaban una calidad concreta de lo publicado. Como en todo, está claro que también ha habido intereses personales a la hora de decantarse por un autor o autora concreto más que por otro, pero al ser el único canal para que alguien con inquietud por que su obra viera la luz, podía suponer un estímulo para la autocrítica, la superación y la autoexigencia a la hora de culminar un trabajo. Hoy en día la proliferación de empresas de autoedición o coedición, como señala la pregunta, abre la puerta a que quienes tienen medios económicos puedan ver sus escritos publicados. En este caso creo que prima la cantidad sobre la calidad. Es cierto que la inquietud por escribir es un fenómeno en auge, a pesar de resultar inversamente proporcional a la inquietud por leer, y eso ha disparado el nicho de mercado en este sector. En todo caso, creo que una u otra opción es algo personal que responde a múltiples cuestiones: el tiempo de espera en lo referente a la respuesta de una editorial tradicional en comparación con una de autoedición; la negativa a recibir manuscritos por tener su planificación anual completada en el caso de la edición tradicional frente a la oportunidad que la autoedición ofrece; el beneficio que el autor obtiene en la autoedición frente al porcentaje que la edición tradicional representa; o si se ve por el lado contrario, el desembolso que supone la autoedición frente a la apuesta económica que una editorial tradicional representa, entre otros argumentos… Como en todo, hay obras que se presentan de la mano de la edición tradicional cuya calidad puede ser cuestionable y obras que impulsadas por las editoriales de autoedición descubren trabajos de gran calidad. En definitiva, como ya adelantaba al inicio de la respuesta, esta realidad provoca en mí opiniones encontradas.

CHC: ¿A qué se debe el que un autor prefiera esta forma de edición a la edición tradicional? ¿Impaciencia? ¿Temor al rechazo? ¿La dificultad para acceder a una editorial convencional? ¿Los largos tiempos de espera que muchas veces se producen a la hora de recibir una respuesta por parte de las editoriales?
IMM: Posiblemente a todas ellas o a ninguna. No me siento capaz de dar una respuesta sobre algo que resulta tan personal.

CHC: ¿Cree que la pandemia que estamos atravesando, especialmente los meses de confinamiento del año pasado, ha provocado la proliferación de autores y autoras? Un colega me decía hace poco que ha sido como cuando llueve y escampa: que salen caracoles por todas partes.
IMM: Creo que la pandemia ha provocado muchos cambios, el primero, el de la vida que hasta entonces llevábamos. Entre otras muchas cosas, que quizá aquí no venga al caso puntualizar, nos ha ofrecido la posibilidad de aquietar el frenético ritmo del día a día, que nos complicaba la posibilidad de disponer de tiempo para nosotros mismos, es decir, para leer, para percibir con calma y perspectiva nuestra situación personal, para cuidarnos y cultivarnos, y eso puede ser un buen campo de cultivo para la creatividad. Ya he dicho que para mí la escritura es terapia, la canalización de lo que soy o descubro que soy. Quizá, por tanto, haya representado eso mismo para que, en este tiempo tan propicio para la introspección y el autoconocimiento, proliferen autores y autoras.

CHC: ¿Qué opina de los talleres de escritura?
IMM: En general, y por mi naturaleza inquieta y creativa, los talleres, como lugares de aprendizaje y conocimiento, me encantan. He realizado muchos talleres de distinta naturaleza, y entre ellos, por supuesto, talleres de escritura. He podido descubrir ofertas que han superado mis expectativas y han sido verdaderamente enriquecedoras. Pero también me he encontrado con ofertas que resultaban auténticos sacacuartos y de las que lo único que obtenías era la sensación de frustración y engaño. Personalmente no creo en las ofertas que prometen «duros a cuatro pesetas».

CHC: ¿Cree que para escribir a un nivel, digamos, por encima de la media, hay que poseer un don especial? Lo mismo puede decirse de la música o de cualquier otra actividad artística.
IMM: Creo que hay personas que nacen con unas cualidades fuera de lo común. Mozart, por ejemplo, con tan solo cinco años ya componía obras musicales y sus interpretaciones enamoraban a la aristocracia y a la realeza europea. Pero no resulta algo habitual. Sin embargo, la educación, la formación y la disciplina pueden dar como resultado un virtuoso de cualquier instrumento, aunque no sea a la edad en la que Mozart ya maravilló al mundo. Creo, por tanto, que en cualquier empresa que uno decida embarcarse puede aplicarse esta suposición.

CHC: ¿Se puede llegar a ser buen escritor/a si no se lleva dentro esa especie de… «don»?
IMM: Creo que con lo dicho en la pregunta anterior respondo también a ésta.

CHC: ¿Es precisa una sensibilidad especial para escribir poesía? ¿Una sensibilidad que quizá no sea tan exigible o necesaria en el caso del cuento o la novela?
IMM: Si partimos del hecho de que el contacto con la poesía no se efectúa con la normalidad con la que se trabajan otros géneros literarios desde las aulas, que se considera propio de gente «rara», o de una literatura de menor calidad, sí, diría que en la actualidad hay que poseer una sensibilidad especial que, como bien indica en la pregunta, no es tan exigible o necesaria en otros géneros.

CHC: ¿Existe una técnica para escribir poesía o, como defienden algunos, es pura inspiración?
IMM: La poesía, como cualquier otro género literario, requiere de técnicas para su comprensión y su expresión. Secundo la afirmación de que la poesía es trabajo más que «inspiración», como en la literatura en general. Es habilidad obtenida a través del conocimiento, del estudio, así como sensibilidad encauzada a través del lenguaje propio de este género y el uso los recursos que ofrece. La poesía para mí es lo que resulta de la interrelación entre conocimientos que incluyen: los relativos a sus características, a su cronología histórica, a sus recursos y a las emociones de las que se nutre.

CHC: ¿Considera que la escritura debe ir unida a la lectura? Para ir más directo al grano: ¿cree que se puede llegar a escribir con una cierta dignidad sin tener un mínimo bagaje como lector/a?
IMM: Creo que para cualquier actividad en la que uno quiera embarcarse se necesita un conocimiento previo mínimo. Si alguien siente inquietud por escribir como actividad profesional, no sencillamente escribir como mero desahogo personal, se necesita un buen bagaje como lector.

CHC: Usted creó y administra un blog en el que da cabida a otros autores y autoras, y en el que muestra creaciones propias, no sólo poesía, sino también microrrelato y una sección que denomina Crónica, y que es ante todo un espacio para la reflexión personal. ¿Qué significa este blog para usted?
IMM: Es un lugar en el que quiero compartir mi pasión por la literatura en general y como no puede ser de otra manera, donde quiero visibilizar la poesía y animar a su lectura y, por qué no, a su escritura. También es un espacio que me sirve para dar rienda suelta a la creatividad y que me permite poner en práctica los conocimientos que voy adquiriendo en lo relativo a los recursos informáticos, gráficos y de diseño.

CHC: Proceso de trabajo. ¿Qué es primero: una idea repentina que da pie a un escrito o la búsqueda de una idea para ponerse ante el teclado?
IMM: Pueden darse ambos casos. El proceso creativo puede partir de una idea repentina o de la búsqueda del modo más preciso de plasmar o comunicar algo que me inquiete, que me haya impresionado de manera especial, que haya desencadenado un proceso reflexivo o simplemente que sienta la necesidad de canalizar un sentimiento concreto.

CHC: ¿Cree en la inspiración?
IMM: La inspiración puede ser un germen que posibilite el desarrollo de un proyecto. Como el resto de elementos que intervienen en todo proceso creativo, también tiene su importancia.

CHC: ¿Es una autora de tiempos regulares o no lleva un patrón de días y horas?
IMM: Me gustaría poder decir que soy una autora de tiempos regulares, creo que eso puede facilitar la capacidad de trabajo personal pero no, no lo soy. Me embarco en muchos proyectos al tiempo, me entusiasmo con tantas actividades, que difícilmente puedo establecer un horario concreto para dedicárselo en exclusiva a la escritura.

CHC: ¿Relee mucho sus escritos?
IMM: Sinceramente, mucho. Me gustaría pensar que se debe a un alto nivel de autoexigencia a la hora de que el resultado sea lo más fiel a aquello que quiero expresar, pero me temo que más bien obedece a mi inseguridad en relación con la calidad de lo que deseo reflejar.

CHC: ¿Corrige mucho sus escritos?
IMM: Teniendo en cuenta mi respuesta anterior, creo que ésta resulta un tanto evidente. Sí, me resulta necesario y tan imprescindible como releer aquello que escribo. La materia prima con la que cuento ha de moldearse y pulirse en función del resultado que quiera buscar en ese trabajo.

CHC: ¿Qué es lo que menos le gusta de su manera de escribir?
IMM: Que siempre siento que no sé lo suficiente, que no tengo los recursos suficientes, que no he leído lo suficiente, que me falta orden y madurez para plasmar con acierto y calidad aquello que se agita en mi interior.

CHC: ¿Y lo que más le agrada?
IMM: El simple hecho de escribir. O cuando al finalizar un trabajo, descubro que he llegado a la meta que me había propuesto.

CHC: ¿Cree que posee un estilo peculiar?
IMM: Creo que en una pregunta anterior he respondido ya a ésta. No creo tener un estilo concreto. Pero quizá no me corresponda a mí determinar si tengo un estilo peculiar o no.

CHC: ¿Se considera una escritora, una poeta original?
IMM: Me cuesta considerarme escritora o sencillamente poeta; calificarme como original ya es algo que ni me planteo.

CHC: ¿Es usted de las que se inspiran en la vida cotidiana, en los detalles, es decir, de las autoras que observan y toman nota?
IMM: Creo que la escritura se nutre de la vida, de lo que acontece en ella, de los horizontes que van apareciendo en nuestro camino, de los baches que sorteamos, de las cumbres que coronamos, de las cunetas que nos recogen en ciertos tramos de éste, de los viajeros que nos acompañan, de aquellos que no conocemos, de aquellos que perdemos, de las múltiples situaciones que se nos plantean y a las que nos enfrentamos… en definitiva, de cada detalle que la vida nos brinda. Sí, me gusta observar y tomar notas, quizá también se deba a que tengo una memoria caprichosa.

CHC: Usted siempre ha residido en un pueblo grande, de corte urbano; actualmente reside en un pueblo pequeño, en un medio completamente rural. Este hecho, ¿influye en su inspiración, en sus trabajos, en sus temáticas?
IMM: Más bien influye en mi forma de vivir, de sentir y de percibir la vida. El medio rural resulta más cercano a la naturaleza, está menos contaminado en todos los sentidos que los grandes pueblos o grandes ciudades. Sus prioridades son distintas y eso, inevitablemente, también ha provocado un cambio en la manera de percibirme y percibir la forma en que encaro el día a día. Lo cual afecta indudablemente a mi trabajo.

CHC: ¿A cuántas personas deja leer sus borradores?
IMM: Actualmente, podría contarlas con los dedos de una mano. Pero principalmente a mi compañero en la escritura y en la vida. Es para mí un privilegio poder compartir también esta pasión con él.

CHC: ¿Disfruta más del camino, es decir, del tiempo de escritura, o del final, o sea, de ver ese trabajo concluido?
IMM: No sabría decir dónde, no hace mucho tiempo, leí que «no es importante el destino, sino el viaje que realizas para llegar». Esa frase responde perfectamente a esta pregunta.

CHC: Usted viene de familia en la que la lectura, la escritura, la creatividad y la música siempre han estado muy presentes. ¿Hasta qué punto esto influyó en su inclinación literaria?
IMM: Ha influido absolutamente. En muchos aspectos he tenido el mejor campo de cultivo para que la aptitud creativa prosperase. Ha estado presente en mi vida de forma natural. Sin más pretensión que el compartir momentos de esparcimiento, de regocijo o descanso.

CHC: ¿Cree que la literatura y la música tienen puntos en común, que pueden maridar?
IMM: A la perfección. En muchos momentos no concibo la una sin la otra, en otros una incita a la otra o una embellece a la otra.

CHC: Una pregunta que sé que le va a poner nerviosa: ¿Para cuándo una novela?
IMM: ¡Uff! Madre mía… eso son palabras mayores para mí. Es una inquietud que late en mí, pero aún no estoy preparada para dar semejante paso.

CHC: ¿Puede desvelar en qué se encuentra trabajando actualmente?
IMM: Ahora mismo la editorial que ha publicado mi poemario, Olé Libros, tiene mi segundo trabajo, cuya publicación, aún sin fecha concreta, me ha confirmado recientemente. Y me encuentro en proceso de creación de un poemario infantil que comencé a crear junto a mis hijos, así como otro de carácter más personal. Ambos en una fase muy temprana y que mantienen mi cabeza en una actividad frenética, como también la ilusión por seguir escribiendo más viva que nunca.

CHC: En esta web tengo una sección dedicada a recomendar lecturas. ¿Cuál nos recomendaría usted?
IMM: Creo que me corresponde recomendar algo de poesía. Lo cierto es que me cuesta decidirme por un autor o autora concretos. En la actualidad estoy leyendo varias obras del poeta y director de la revista de poesía Zurgai, Pablo González de Langarika. Un escritor autodidacta que compaginó su trabajo en la industria con la creación literaria y la edición de la que ha sido, sin duda, la más importante revista de poesía del País Vasco. Posee un estilo propio, cuidado y lleno de imágenes que te transportan entre sus versos por un mar que agita los sentidos y los sentimientos. Los títulos que escojo son Entre los pliegues de la luz y Bajo el ligero peso de la nieve, de Ediciones El Gallo de Oro.

CHC: Para concluir, un deseo, un sueño como escritora en general y como poeta en particular.
IMM: Poder seguir disfrutando del mundo de la literatura, seguir nutriéndome de su riqueza y ser capaz de aportar mi granito de arena para que otros puedan experimentar lo mismo que yo. Conseguir que la cultura sea erigida como un bien a cuidar y abonar como instrumento para alcanzar un mundo mucho mejor.

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