Cuando Arturo Pérez-Reverte sacó, allá por 2012, su novela El tango de la Guardia Vieja , los críticos, o sea, los que se supone que entienden de esto, dijeron cosas como, por ejemplo, que el autor había efectuado un cambio de registro o que era su mejor novela. Yo no tengo la capacidad ni el conocimiento necesarios para juzgar tales cosas. Simplemente puedo decir que, a mi juicio, es una novela excelente en todos los aspectos en que una novela puede ser excelente: argumento, descripciones, personajes, ritmo, clímax…

Pérez-Reverte demuestra en El tango de la Guardia Vieja —por si quedaba alguna duda— que es un autor serio, exigente, y con un talento especial para recrear atmósferas capaces de atraparnos como a moscas en una telaraña, con la diferencia de que, para los lectores, quedar atrapado en sus páginas es una placentera experiencia.

Recomendación: si es posible, leer El tango de la Guardia Vieja con un fondo suave de música de tango.

                                                                                                                                                                                                    Imagen de Arturo Pérez-Reverte tomada de XLSemanal.

El tango de la Guardia Vieja

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