Recuerdo Últimas tardes con Teresa como una de las novelas que más marcaron mi juventud. Su lectura revolucionó mis hormonas, me abrió la mente a mundos nuevos dentro del mundo conocido y sobre todo me descubrió una forma de escribir sencilla y poderosa, construida a base de imágenes capaces de crear personajes vivos, creíbles, cercanos, hasta el punto de que por mucho tiempo Teresa, Maruja y el Pijoaparte fueron para mí personas reales, que habían protagonizado lo que Juan Marsé narraba en su novela. Siempre han permanecido en mi mente. Y siempre hablo de esta novela con una especial emoción, con una sincera admiración.
Con esto queda claro por qué recomiendo esta inolvidable Últimas tardes con Teresa.