María Jesús Mena es una autora que ha decidido meterse de lleno en las aguas de la literatura y que está demostrando que sabe moverse en este terreno en el que no es nada fácil mantenerse a flote. A ello posiblemente ayude el que durante toda su vida, de una u otra manera, ha navegado entre letras.

En un momento de esta entrevista afirma tender a la “verborrea literaria”. Personalmente, considero que es una amante de la literatura a la que le gusta compartir sus experiencias, sus puntos de vista, su manera de ver el mundo en su globalidad y que encuentra en la escritura su mejor herramienta para expresarse.

En las líneas que siguen podemos descubrir cómo es, cómo piensa, cómo siente y qué espera María Jesús Mena de este viaje tan impredecible como fascinante que ha decidido emprender y en el que de momento avanza con paso firme e ilusión creciente.


CHARLANDO CON…: Imaginemos que se presenta usted, como escritora, ante un gran público que no le conoce. ¿Cómo se presentaría? ¿Qué le diría?
MARÍA JESÚS MENA: Bueno, en primer lugar he de reconocer que me ha llevado un largo proceso personal identificarme como escritora. Primero por el respeto que le tengo a la literatura, y segundo, porque creo que en mi caso ha sucedido todo de una forma tan rápida que apenas me ha dado tiempo a asimilarlo. Mi primer poemario fue publicado en el año 2019 y, aunque escribía en mi intimidad desde hacía años, nunca llegué a imaginar que publicaría mis escritos. De hecho, conseguir con cierta facilidad que me publicaran mi primer libro, para mí, fue una sorpresa. Ese estado de obnubilación inicial, ha necesitado ir aposentándose, por lo que, no ha sido hasta hace bien poco, cuando he podido congraciarme al fin con esa palabra: “ESCRITORA”. Una palabra que me parece enorme.
Por tanto, me presentaría como una mujer sencilla, con mucho amor por la vida y, por supuesto, escritora. Con relación a la escritura considero que soy imaginativa, creativa, sensible, empática, y que mi escritura es honesta, sutil, delicada. Pero sobre todo busco la cercanía con el lector. Afronto cada parte del proceso creativo, cada nuevo proyecto, cada texto, con convicción, perseverancia y, una buena dosis de ilusión y vivo la escritura como una necesidad de comunicación con el otro, con los demás.
Además de escritora, siempre lo digo, me gusta utilizar el último verso del poema Fortuna de Ida Vitale para definirme: «Ser humano y mujer, ni más ni menos». Esa es mi aspiración sencilla, la de no perder nunca de vista la sensibilidad que encierra la propia humanidad, ni tampoco el orgullo de ser, sentirme y enfrentarme al mundo desde mi visión de mujer, valorando esto último como una fortaleza, no como una debilidad. Además, soy también madre, amiga, pareja.

CHC: ¿Recuerda cuáles fueron sus primeras lecturas?
MJM: Sí, por supuesto. Crecí leyendo los clásicos cuentos infantiles de Perrault, los Hermanos Grimm y, sobre todo, Hans Christian Andersen.

CHC: ¿Cómo fue la evolución de esas primeras lecturas?
MJM: Después, fui ampliando mi capacidad lectora a Charles Dickens, Dumas, Julio Verne y Lewis Caroll y, finalmente, llegué hasta Mujercitas de Louise May Alcott. Ahí, entré en contacto con la literatura escrita por mujeres. Es curioso, pero recuerdo también leer mucha poesía desde niña, sobre todo los clásicos como Antonio Machado y hay dos libros, que quizá destacaría por su sensibilidad y que han marcado mi infancia profundamente: Platero y yo de Juan Ramón Jiménez y Corazón de Edmundo de Amicis. Creo que leer desde la infancia es fundamental para aprender a amar la vida a través de los ojos de otros. Es un gran beneficio para los niños.

CHC: ¿Y qué lee ahora?
MJM: Ahora continúo leyendo muchísimo y además, muy variado. Me gusta ir cambiando de géneros, pasar de la poesía al ensayo y luego al relato. Reconozco que las novelas cada vez me seducen menos, sobre todo si no me enganchan desde el principio. El último libro que estoy leyendo se llama Ema de la autora argentina Vicky Rego publicado por Velasco Ediciones.

CHC: ¿Cree que se lee todo lo que se debiera?
MJM: Yo soy muy optimista y creo que sí. Además, estimo que la pandemia ha reforzado el goce por la lectura para los que lo vivíamos así y ha atraído nuevos lectores y favorecido la vuelta de otros que apenas tenían tiempo antes. No obstante, habría que leer aún más. La lectura siempre es positiva, pero requiere un esfuerzo personal, que no todo el mundo puede o quiere practicar.

CHC: ¿Por qué no se lee más?
MJM: A este respecto habría que tener algo en cuenta. Pienso que la capacidad lectora en nuestro país se pierde cuando los niños entran en la adolescencia, principalmente porque ahora tienen otras distracciones, como por ejemplo los móviles con sus miles de aplicaciones que producen diversión instantánea sin apenas esfuerzo. Un poco como la televisión en mi época infantil, solo que, cuando yo era niña, existían dos o tres canales. Luego el número fue aumentando, pero en cualquier caso la posibilidad de elección era limitada. Hoy en día, las alternativas son más amplias, en televisión, internet, móviles, y, además, es a la carta, lo que añade factores adicionales y reviste cierta peligrosidad, puesto que puedes caer en una espiral en la que cada vez accedes a más contenidos, pero que tú mismo te autolimitas. Ves un exceso de lo que te gusta, de forma que esa batería constante de información se presenta como un ahogamiento por limitación. Esto no produce un enriquecimiento personal, sino el efecto contrario. Por esto, es tan importante reforzar o analizar el período en el que la lectura se empieza a desdibujar. A los más pequeños los libros les encantan, entonces ¿qué es lo que pasa a partir de los 11 o 12 años más o menos? Me consta que en los colegios los profesores hacen grandes esfuerzos por continuar con el hábito lector, pero los centros educativos solos, sin apoyo externo, no pueden con esto. Ha de ser un convencimiento social a nivel global.
Además, si se llega a la edad adulta con esa falta de hábito lector, será más difícil recuperarlo, aunque creo que, a pesar de esto, según los datos parece que se retoma en algún momento de la vida, debido a diversos factores. Como ha pasado ahora durante la pandemia, por ejemplo. Pero estimo que lo importante es evitar esto, lo vital es que no llegue de perderse nunca del todo ese gusto por la lectura. Por motivos personales puedes leer más o menos, y elegir un tipo de lectura u otra, pero lo idóneo es que no dejes de hacerlo nunca. Creo que lo ideal es educar incidiendo en la importancia de la cultura para el desarrollo humano. Para ello debe considerarse un valor con carácter universal, necesario para la evolución, tanto a nivel individual como global, tan interiorizado como el álgebra, los idiomas o la informática. Lo importante es que cada lector encuentre sus libros. En España se publican muchos, por lo que la variedad de elección es amplia. No todo el mundo puede sentirse interesado por el Ulises de James Joyce o por Virginia Woolf y esto hay que respetarlo, por ello la variedad hay que verla como algo positivo. Es bueno que exista para que todo el mundo pueda acceder.
Otro tema que habría que valorar es el motivo por el que las mujeres leen más que los hombres, porque lo curioso es que luego hay muchos hombres escritores. ¿Qué es lo que hace que el hábito lector en los hombres sea inferior que el de las mujeres? ¿Qué tipo de lecturas prefieren los hombres? Esto, al igual que lo de la edad, sería algo a analizar y, en base a ello, llevar a cabo políticas que refuercen la lectura en estos períodos.

CHC: ¿Cree que desde los organismos pertinentes se fomenta debidamente el amor a la lectura, a la escritura, a la cultura en general?
MJM: Este es uno de los graves problemas de la industria cultural en España y que se nota mucho cuando se viaja a otros lugares. Uno de los episodios de la contienda de los Balcanes que a mí me llamó más la atención, fue el hecho de saber que algunos ciudadanos se jugaron la vida para salvar los libros de la Gran Biblioteca de Sarajevo cuando esta fue ordenada quemar. Habría que valorar si aquí haríamos lo mismo. Creo que sí, pero no lo sé. En otros países, no hay duda sobre esto.
Por ello, que los organismos fomenten la cultura es fundamental. Pero existe una cuestión que empeora la situación y es la eterna demonización de la cultura. Se considera de alguna manera que lo relativo a ella está más cercano a una ideología de «izquierdas» y, en la práctica, nada más lejos de la realidad, pero así se divulga. Ser intelectual parece ligado de alguna manera a la «superioridad moral de la izquierda». Este pensamiento hay que erradicarlo de raíz e ir hacia un modelo de sociedad en el que determinadas cuestiones universales estén en la agenda de todos los grupos políticos de forma normalizada. Hay cuestiones sobre las que ya se ha escrito y estudiado mucho y no podemos permitirnos volver hacia atrás o empezar el camino de forma constante. La cultura, debería ser inherente al proceso formativo y al desarrollo humano. Hay que visibilizarla como un bien necesario, no como algo accesorio u opcional. Un hombre inculto es un hombre sin criterio y eso es muy peligroso, porque si eso se hace extensivo a nivel social, corremos un grave riesgo. Mirad lo que pasó en Alemania cuando se mandaron quemar los libros o lo que pasa en otros países a nuestro alrededor. Que el hombre conozca, que sepa, le hace quizá más desgraciado, pero también más libre, más capaz de no ser manipulado, eso hay que tenerlo claro y protegerlo.

CHC: ¿Desde cuándo escribe?
MJM: Escribo desde muy pequeña, pero digamos que planteármelo en serio, desde hace unos diez años. Fue entonces cuando comencé a frecuentar escuelas de escritura, etc. Asistiendo a ellas, fue como comprendí que la escritura y yo estábamos ligadas por un extraño vínculo ya que, escribiendo, era feliz.

CHC: ¿Cómo eran aquellos primeros escritos?
MJM: Muy tímidos. Intentaba ser discreta, pero siempre he pretendido hablar desde la emoción. Entonces y ahora.

CHC: ¿Siempre ha escrito o ha habido épocas alejada de la escritura?
MJM: No siempre he escrito. Cuando comencé a trabajar en el ámbito social que ha sido mi actividad principal hasta hace muy poco, me volqué en eso y escribía, pero solo sobre cuestiones técnicas relativas a mi profesión (informes, etc.) o relativas a la población con la que trabajaba (artículos, justificaciones de proyectos, planes, etc.). En el año 2013, cuando sobrevino la crisis económica terrible, me cesaron de mi actividad laboral por una cuestión presupuestaria y, fue entonces, cuando retomé la escritura. Siempre he pensado que es mi manera de fragmentar el mundo en pedacitos más pequeños y poder así digerirlo mejor. Además, eso me sirve también para comprenderlo. Desde el año 2013 no he parado y ya no creo que la abandone nunca. Estaremos juntas, espero, hasta que la muerte nos separe.

CHC: Sé que la pregunta se presta a la broma de evocar los célebres versos de Gustavo Adolfo Bécquer, pero dígame: para usted, ¿qué es la poesía?
MJM
: Ja ja ja. Para mí la poesía es placer. Me refugio en ella cuando me siento en paz, pero también cuando estoy en guerra. Servirme de su mirada me produce sosiego frente a la irritación o la ira, y exaltación ante algo hermoso cuando estoy en una situación de serenidad, porque la poesía no es solo la que se escribe en el papel. La poesía está viva y reside en cualquier parte. Está tras el deleite que se siente frente a algunos paisajes, obras arquitectónicas o de arte, piezas musicales o, incluso, películas, obras de teatro, y también en la lectura, incluso de otros géneros literarios. Es algo así como una exaltación de los sentidos que me sobrecoge y, a la vez, me reconcilia con el mundo. Para mí, la poesía escrita es capaz de recrear belleza a través de la palabra.

CHC: Hay quienes opinan que una poesía es una inspiración que llega como un fogonazo, que se escribe y que ya está, que no se toca. ¿Hasta qué punto considera que debe trabajarse un poema?
MJM
: Creo que debe trabajarse todo ja, ja, ja. Es cierto que, en mi caso por ejemplo, escribo un poema tal cual me sale y, luego, lo dejo un tiempo dormido. A veces un periodo largo y otras no tanto. Luego con otra mirada, lo retomo, lo releo. En ocasiones, lo desecho entero una vez vuelto a leer, en otras lo modifico casi por completo, en otras apenas lo toco. Todo depende del momento de «exaltación» en el que haya sido escrito. Creo que ha habido muy pocos poemas que no haya retocado. Aun así, curiosamente, alguno hay.

CHC: ¿Cómo ve el estado actual de la poesía, en líneas generales?
MJM
: Yo creo que muy positivo. Hay muchísima creación en líneas generales y eso es muy bueno. Quizá veo un apogeo, sobre todo, del verso fácil y los ripios excesivos, debido a la influencia de la vida instantánea que llevamos, de la inmediatez, y del auge de las redes sociales, pero, en general, que se lea no me parece malo. Todos hemos empezado de alguna manera. Lo que sí me parece negativo es que prime solo la cultura del «like», porque eso no mejora el producto global y no permite a los adoradores de la aprobación externa, mejorar su forma de escribir. Si una persona escribe cualquier cosa, aunque sea una simpleza y recibe diez mil corazones, creerá que es un genio y no querrá salirse de ahí porque eso le está funcionando. Si esto ocurre a gran escala y se entierra otro tipo de escritura menos popular, en pos de los autores que cosechan «corazones» entonces sí que habrá un problema más serio. Pero en términos generales, quitando estas cuestiones, creo que son buenos tiempos para la poesía o, quizá yo soy muy optimista ja, ja, ja.

CHC: ¿Considera que, en general, se le tiene el respeto que se merece?
MJM
: Creo que no hay que perder de vista que la poesía es un género minoritario. No a todo el mundo le interesa o le gusta. Siempre ha sido así, por eso yo veo un cambio en estos últimos tiempos con su popularización a través de redes y otros formatos. Pero, como he dicho antes, hay que tener cuidado también con esto.
Por otro lado, sí pienso que es cierto que se debería valorar más. A mí me hace gracia, porque como soy escritora de poesía, relato, y textos similares me dicen que soy escritora de «géneros minoritarios», para preguntarme después cuándo escribiré una novela. Algo con verdadero «caché». Esto tengo claro que lo haré cuando me apetezca, porque para mí no escribo textos menores, puesto que para mí son principales en el momento en el que los estoy creando. Con estas cosas pasa un poco como la zarzuela y la ópera ja, ja, ja, el género grande y el género chico. Pienso que el esfuerzo o la pericia es igual en cualquier género, no hay unos que estén por encima de otros.

CHC: ¿Por qué, en cierto modo, se sigue viendo a la poesía como cosa propia de gente «rara»? ¿Puede deberse a que carecemos de una formación poética en condiciones?
MJM
: ja, ja, ja. Esta pregunta me gusta mucho. Es que yo misma muchas veces me he sentido «rara». Recuerdo ahora una anécdota muy tonta que me ocurrió. A mí me gusta mucho viajar. Pues en uno de mis viajes estaba en Egipto cruzando el lago Nasser en barco. Cuando la nave llegó a Abu Simbel, estaba atardeciendo y la fachada de uno de los templos se iluminó y comenzó a sonar una canción solo instrumental, creo que era del grupo Queen, aunque ahora no lo recuerdo bien. En realidad, todo era muy turístico, pero a mí me pareció absolutamente sublime. Tanto que me emocioné y se me saltó alguna lagrimilla. Cuando desperté de mi estado de exaltación, miré a mi alrededor y vi a todo el mundo haciéndose fotos y riendo. Me sentí un poquito estúpida y algo ridícula. Luego también me hice fotos y reí, pero viví un momento único y mío. No sé si todo el mundo pudo decir lo mismo. Así que puede ser que algo raros, los poetas, sí seamos, sí ja, ja, ja. Pero es que también reconozco que ser normal debe ser en cierta forma, muy aburrido. Seamos todos poetas, raros y felices.

CHC: También es cierto que en los últimos tiempos, especialmente entre personas bastante jóvenes, la poesía se ha convertido en un medio de conseguir «amigos» y seguidores en determinadas redes sociales, en una especie de carrera en la que parece imperar el «todo vale» y en la que, con el tiempo, la poesía pasa a un segundo o tercer plano. ¿Qué opina de ello?
MJM
: Exactamente. Esto es lo que comentaba anteriormente. Esto que puede ser beneficioso puesto que acerca la poesía a muchas personas, ya que las redes han demostrado ser más potentes que muchas campañas publicitarias, hay que tomarlo con moderación. Primero porque está generando una proliferación exagerada de poetas lo que puede ser a la larga contraproducente. A uno le puede gustar el color rojo, por ejemplo, pero pintar toda tu casa de rojo, vestirte de rojo, que todo tu mobiliario sea rojo, puede llegar a saturarte, pues con la poesía en redes se corre el riesgo de que ocurra lo mismo. Además, en ocasiones las redes, como he comentado son más potentes que cualquier campaña de publicidad y encumbran a poetas de poco recorrido o escasa calidad literaria, porque están primando, efectivamente, criterios quizá más prosaicos. Creo que con todo lo de las redes hay que mostrar cierta prudencia. Está bien, pero como todo, con moderación y sin perder el objetivo de la calidad. Por otro lado, también está detrás el lucro fácil, o el que parece fácil y, de verdad, yo creo que esto es engañar a la gente más joven para que esté enganchada a las redes, porque fácil no hay nada. Lo normal es que conseguir que te publiquen, llegar a tener un nombre, y ganar dinero con ello, es privilegio de unos pocos. Con todo esto, hay que saber que la escritura no es un camino fácil. Hay que amarla mucho para seguir muchas veces y no tirar la toalla.

CHC: Su primer poemario llevaba por título «Poemas ciegos» (Olé Libros, 2019). ¿Qué puede decirnos de él?
MJM
: Que Poemas Ciegos me sacó a bailar por lo que le estaré eternamente agradecida, y también a Olé libros por haberlo hecho posible. Ha sido mi primer baile literario, mi bautizo de fuego y mi júbilo. Además, tuve mucha suerte, porque fue mi primer libro y salió bien y esto me abrió el camino de todos los demás.

CHC: ¿Cómo definiría la poesía de ese primer trabajo?
MJM
: Es un poemario muy intimista en el que hago un viaje hacia el interior, hacia el dolor, y paso a paso, voy desprendiéndome de él hasta que, una vez libre de lastres, alzo el vuelo. Es un viaje hacia la liberación. No hablo de mí en todos los poemas, por supuesto, pero sí en algunos de ellos de las emociones, de cómo se percibe el mundo a través de ellas, de cómo se siente la vida. A lo largo de sus páginas, estoy muy presente, ya que lo escribí sin filtros, y pocos artificios, por eso cuando se publicó estaba aterrada. Me preocupaba mucho lo que otros pudieran pensar de mí al leerlos. Hay un autor, Ernesto Calabuig, que en su relato La playa y el tiempo, dice que «escribir es un atrevimiento», y añade que es similar a quedarse desnudo en una playa. Me identifico con esa frase. Poemas Ciegos fue un atrevimiento y un desnudo literario.

CHC: La poesía es un género en el que usted parece sentirse cómoda. ¿Es así?
MJM
: Mucho, porque me apasiona. Bueno, en realidad, en cualquiera de los géneros que he cultivado hasta el momento. Pero la poesía es uno de los que permite la experimentación en mayor medida, por eso es un alboroto, una maravilla. Es apertura absoluta, pura creación. En la poesía no hay huidas, ni velos. En el relato sí, pero en la poesía es imposible. Se puede decir «te amo» al ser amado y que este ni siquiera lo sepa, sin pudor, y eso siempre permanecerá ahí.

CHC: Su segundo poemario aparecerá en breve, bajo el sello de la editorial Valparaíso, y llevará por título «Poemas sordos». ¿Tiene algo en común con «Poemas ciegos»?
MJM
: Sí y no. En realidad, ambos están relacionados con el mundo de las percepciones sensoriales y me gustaría poder llegar a escribir seis. Los «seis sentidos». Ya llevo dos. El sexto sentido al que me refiero es el que de alguna manera tenemos todos al nacer y perdemos cuando nos racionalizamos. Para mí, los sentidos son muy importantes porque a través de ellos te relacionas con el mundo y te posicionas frente a él. Aprendes, sientes, te emocionas. Cuando uno de ellos deja de funcionar de forma óptima es sustituido por otro que se agudiza, de esta forma las personas nos adaptamos. De igual forma, pueden ser nuestra trampa sensorial. De hecho dos personas nunca cuentan igual una misma historia, primero por la forma en la que captan la información a través de los sentidos, pero también por la manera en la que después interpretan eso que han visto, oído, olfateado, tocado. Tú y yo podemos tomar una misma tarta de chocolate y que a ti te encante y yo, sin embargo, la deteste. Nuestro relato sobre la tarta, a pesar de ser la misma, será dispar. Pues todo esto es la vida un conjunto de relatos dispares que nuestros sentidos decodifican o embrollan aún más. Luego tienen una estructura común. Poemas sordos, al igual que mi primer poemario, también está inmerso en un proceso que se divide en fases, pero no es un proceso de duelo. En este caso, es el propio ciclo vital.

CHC: En este poemario que está al caer, ¿aprecia usted algún tipo de evolución en su poesía?
MJM
: Sí, por supuesto. Ha evolucionado, porque yo lo he hecho. Entre ambos poemarios pueden haber transcurrido cerca de tres años. Necesariamente, ha habido cambios, ha pasado el tiempo y una pandemia. En este poemario abordo el amor, pero no solo el romántico, el de pareja, sino el amor como motor de búsqueda y como agente socializador. El amor o su ausencia determinan nuestro rumbo en la vida y nuestra manera de desenvolvernos. Esto es lo que exteriorizo en Poemas Sordos y lo ligo a la música y al sonido, pero también a la comunicación o a su falta. Voy desde nuestro propio diálogo interior, hasta el que entablamos con el otro o con nuestro entorno. Cómo nos comunicamos con las reglas y normas sociales. Poemas Ciegos estaba ligado al aire, este, sin embargo, lo está al agua. Al mar. Hay algo melódico en el sonido del mar cuando está inquieto o de un río, en su fluir. El agua puede ser ensordecedora o calma, depende de muchos factores, pero la pérdida de audición también está ligada al sentimiento de vivir dentro de una pecera, es por ello que he elegido el agua y como final me sumerjo, en lugar de alzar el vuelo.

CHC: A su juicio, ¿qué es lo que hace buena o mala a una poesía?
MJM
: Creo que la honestidad. Cuanto más artificio hay en un poema, menos verdad y, por tanto, para mí menos poesía. Creo que la literatura más hermosa es la que se presenta desnuda. Vislumbras al autor mientras lo lees y eso te hace sentirte cerca de esa lectura, te encuentras en algún punto. Para mí, ese es el auténtico prodigio. Poder llegar hasta ahí. No me interesa lo correcto, o lo que no desvela nada, los subterfugios, los aderezos. Me interesa lo verdadero.

CHC: ¿Es precisa una sensibilidad especial para escribir poesía? ¿Una sensibilidad que quizá no sea tan exigible o necesaria en el caso del cuento o la novela?
MJM
: Yo particularmente creo que sí. Se ha de tener una predisposición especial para poder comunicar de forma armónica una determinada emoción, y sobre todo, no hay que tener miedo. Creo que el peor enemigo del poeta es el miedo, temor a expresar lo que hay en el interior. Puedes ser un gran novelista, sin exponerte. El poeta se expone. Por esto creo que existen formatos diferenciados para cada autor o para la forma en la que quiere expresarse en cada momento. Depende de lo que se quiera contar y cómo.

CHC: «Relatos monocromáticos» (Olé Libros, 2020) es su segundo trabajo. ¿Qué nos presenta en estos relatos?
MJM
: Estos relatos son pequeñas historias de vida. Aunque según se leen uno se da cuenta de que, pese a su brevedad, no son pequeñas. Nuestra cotidianidad es asombrosa, solo que no la percibimos porque es para nosotros lo habitual. Los relatos se distribuyen en una escala monocromática entre el blanco y el negro y pretenden reflejar el paso de una sociedad analógica a una digital, por lo que comienzo con cuentos datados en el final del siglo XX y finalizo con los que lo están a principio del siglo que actualmente transitamos. Fue un verdadero esfuerzo cambiar de registros, e incluso, de forma narrativa según la historia que abordaba y los personajes. El libro comienza con un conflicto, una guerra externa y va avanzando hacia nuestras propias guerras, las internas. Estas quizá son las más complejas. Uno puede matar a un enemigo, porque tiene clara la forma de localizarlo, el problema radica cuando el enemigo, a veces, eres tú mismo.

CHC: Con «El frágil corazón de Marcel» (Pintar-Pintar, 2021) se adentra en el relato juvenil. Por lo que ha comentado en las redes sociales, esta obra ha sido especial en su trayectoria. ¿Es así?
MJM
: Sí, significó un punto de inflexión en mi carrera profesional como trabajadora social en muchos sentidos. Acababa de perder mi empleo como consecuencia de la crisis. Trabajaba en esos tiempos como trabajadora social para la Comunidad de Madrid en un servicio de valoración de la dependencia. Nos cesaron por ahorrar dinero. A nosotros, y a otros cuantos. Entonces, en ese momento, pensé que era la persona más desgraciada de la tierra. Pero esa situación me sirvió para replantearme un poco todo lo que había hecho hasta ese momento. Pasados tan solo tres o cuatro meses, encontré un nuevo empleo. Esta vez como mediadora en un centro de acogida para personas en dificultad social. Reconozco que fue una de las experiencias más complejas y enriquecedoras que he tenido. Allí, conocí a un hombre enorme que se llamaba Marcel y su vida repleta de derrotas. Estaba rodeada de vidas rotas. Mis problemas pasaron a segundo término. Vislumbré la verdadera calamidad y también lo pequeña que era para poder hacer algo. Aprendí mucho de todo ello y creo que me hizo mejor persona. Esa época me marcó y fue entonces cuando retomé la escritura. Por eso escribí ese cuento. Un día me vi en casa inventando la historia de un gigante llamado Marcel para mis hijos y días más tarde, me senté a escribirla en el ordenador. Creo que fue mi manera de intentar arreglar un mundo que a veces es solo dolor.

CHC: ¿Qué diferencias existen a la hora de encarar un libro de relatos dedicados a un público, digamos, adulto (a partir de los 16-18 años) y un relato juvenil?
MJM
: En el relato juvenil o más infantil puedes aportar fantasía, momentos inverosímiles, y casan bien. En un relato de adulto esto resulta más complejo de manejar. Se puede intentar también, pero en muchas ocasiones resulta algo artificioso y, sobre todo, un texto con tintes dramáticos. Creo que la historia de Marcel si la hubiera contado para adultos, se habría convertido en una verdadera tragedia, mientras que para niños resulta divertida. Esto es lo que yo quería transmitir. Sobre todo, generar un espacio lúdico, a pesar del gran problema que vivía el gigante. En el libro un gigante pierde su corazón. Todos los niños que lo han leído han intentado ayudar al gigante a recuperarlo. Han buscado soluciones. No querían verlo sufrir. Los adultos leemos esto y, sin embargo, no se nos ocurre ayudar, simplemente acompañamos al personaje en su desdicha. Los niños son increíbles.

CHC: No le voy a poner en el aprieto de preguntarle con cuál de los tres géneros tocados hasta ahora se quedaría de tener que elegir, pero sí me gustaría saber, por este orden, en cuál se encuentra más cómoda, cuál le resulta más sencillo de crear y cuál más complicado.
MJM
: No soy capaz de concretarte ninguno, lo reconozco. Los tres me gustan mucho y me siento cómoda en cualquiera, pero quizá sea la poesía la más complicada de escribir y, sin embargo, el relato o la narrativa, más difíciles de corregir.

CHC: ¿Qué autores y/o autoras han influido más en su obra, si es que alguno/a lo ha hecho?
MJM
: Muchos autores. Desde Virginia Woolf o Clarice Lispector, hasta Raymond Carver o Cheever. Son tantos, que no sabría quién elegir. Mis predilectas en la actualidad son Alice Munro, Muriel Barbery y Consuelo Gavalda.

CHC: Entre una buena acogida por parte del público o una buena acogida por parte de la crítica especializada, ¿con cuál se quedaría?
MJM
: Con la del público, sin duda. Lo siento. No niego que una buena crítica profesional es maravillosa, pero el público me parece un criterio de muchos, frente al de unos pocos de la crítica especializada. No obstante, cuando realizan una buena crítica de algo que he escrito, reconozco que me siento maravillada y muy agradecida.

CHC: ¿Qué opinión le merecen las ferias del libro, ahora que las vive desde dentro, es decir, desde el lado de la autora, no de la lectora?
MJM
: Para mí son un lujo, porque es el momento en el que se puede entrar en contacto con los lectores y es una forma de ir ampliando nuestro propio círculo como autores. Este año, por ejemplo, fui a la de Madrid, a la de Rivas y a la de Valencia. En esta última ciudad soy muy poco conocida, pensé que no vendría nadie a la caseta y me alegró el simple hecho de que algunos lectores se acercaran, hablaran conmigo, me dijeran que habían leído mis poemas e incluso compraran algún ejemplar de mis libros. Son momentos únicos. Para mí no es tanto la cantidad, porque el simple hecho de que, una persona, solo una, decida dedicar su tiempo a leer lo que escribo, ya me parece un lujo. Que me elija entre tantos autores que hay en este momento. El tiempo es nuestro bien más preciado y esto no debemos olvidarlo. Es el regalo que el lector nos hace: su tiempo.

CHC: ¿Impresiona enfrentarse al público que se acerca, ojea, pregunta, compra su poemario, su libro de relatos, su relato juvenil, le pide una firma…?
MJM
: Impresiona y mucho saber que hay alguien que lee lo que escribes, poder conversar con esa persona, escuchar sus comentarios y sugerencias. Para mí, esto es una sensación indescriptible. El lector es el miembro del trabajo en equipo (escritor, distribuidor, librería, editorial) que falta durante todo el proceso, que no se conoce, por lo que las presentaciones y las ferias son lugares maravillosos para que se produzca ese contacto.

CHC: ¿Qué haría, si estuviera en su mano y si fuera posible hacerlo, para mejorar las ferias del libro, para atraer más público?
MJM
: Esta es una pregunta difícil, pero no imposible. Creo que haría mucha más difusión de los libros de todos los autores que van a firmar, pero de todos, no solo de los consagrados, famosos o de los que llevan mayor respaldo editorial, ya que estos quizá sean los que menos lo necesitan. Además, intentaría generar sinergias entre autores y lectores, encuentros autores-público, incluyendo el público infantil. Recitales poéticos, lecturas de cuentos, de novelas, más mesas redondas sobre literatura, o temas de interés general, conciertos. Quizá una rueda de lectura durante toda la feria, que sé yo, en realidad, ahora que lo pienso se pueden hacer mil cosas. Somos creadores, al fin y al cabo, que se nos deje crear ja, ja, ja.

CHC: ¿Hay algún autor/a a quien no «pueda» leer?
MJM
: Algunos sí, pero no lo contaré aquí ja, ja, ja. Me parecería feo. Yo llevo mal eso de separar el autor de la obra, lo reconozco, pero parece ser que es algo general, por más que se diga. Si no que se explique lo que ha pasado en este país con Almudena Grandes. Como era de izquierdas ya, parece ser, que no escribe tan bien. Me parece incomprensible.

CHC: ¿Y quién es el autor/a al que le encanta leer?
MJM
: Muchos autores. En narrativa breve, me gusta mucho Ernesto Calabuig y Eloy Tizón. En ensayo/periodismo me sorprendió Las letras del bosque de Javier Morales. Me gustan los autores con convicciones y que hablan sobre ello. Me gustan también los ensayos del periodista de El Confidencial, Esteban Hernández. En poesía, por ejemplo, me fascinó el poemario de Idoia Mielgo Merino, Tú en mis palabras, que ha sido de los últimos que he leído y Prenda de abrigo de Paca Aguirre. En novela, como he especificado antes, siempre vuelvo a Muriel Barbery o Consuelo Gavalda. Hay dos obras de Almudena Grandes que destaco especialmente y son Malena es un nombre de tango y El corazón helado. Un libro que descubrí hace dos años y que me pareció muy interesante fue La noche de las luminarias de José Francisco Rodil Lombardía. Creo que si sigo la lista podría ser infinita. Tengo muchos libros pendientes que quiero leer como Mecánica terrestre de Emma Prieto, Río Cicatriz de María José Beltrán o el último libro de cuentos de Valeria Correa Fiz Hubo un jardín. Ahora he comenzado a leer Ema de Vicky Rego y, de momento, me está atrapando. No olvido que, entre mis lecturas pendientes, también está incluida tu última novela, El camino a tu puerta.

CHC: Gracias por el detalle y, cuando la lea, espero que el tiempo invertido haya merecido la pena. Siguiendo con el cuestionario, ¿cree que puede haber autoras/es que por no ser conocidos en otros ámbitos o no disfrutar de una adecuada promoción puedan pasar inadvertidos a pesar de tener trabajos dignos de obtener más éxito?
MJM
: De esto estoy totalmente segura. No creo que los que tienen más éxito, son siempre los mejores libros. Hay muchos autores que no tienen el privilegio de llegar a un número muy elevado de público, porque han sido publicados en editoriales más modestas y eso limita bastante su distribución. Pero en este sentido, yo animo a todo el mundo a que, si realmente cree que lo que ha escrito merece la pena, sea el motor de su propio proceso promotor. A veces es agotador y no se sabe muy bien por dónde empezar o qué hacer, pero para ello, nada mejor que usar nuestras capacidades creativas y adelante.

CHC: El fenómeno de la autoedición y de la coedición está en auge y, si los datos no me engañan, cada año hay más editoriales de este estilo —incluso alguna de las grandes ha incorporado esta forma de editar como complemento a su edición tradicional— y más autores y autoras que se decantan por ellas. ¿Qué opina de esto?
MJM
: Es que este tema es muy complejo. En mi caso, yo prefiero salir con el respaldo de una editorial, pero entiendo que haya autores que opten por esta vía cuando lo único que reciben son negativas. Me parecen muy valientes, eso sí. Una editorial puede dar una negativa por muchos motivos y no necesariamente por la calidad de la obra. Desde luego, si un escritor está convencido, creo que, al menos, lo tiene que intentar y, si no es por una vía, que sea por otra. Además, hoy en día hay buenas formas para dar a conocer una obra, sin necesidad de tener un respaldo potente detrás. El problema es que hay que separar también negocio y calidad, porque muchas editoriales de autoedición publican cualquier cosa y esto tampoco es positivo, porque desmerece la labor de algunos autores que se autopublican en ese mismo sello. Esto, como todo, hay que valorarlo desde la prudencia.

CHC: ¿A qué se debe el que un autor prefiera esta forma de edición a la edición tradicional? ¿Impaciencia? ¿Temor al rechazo? ¿La dificultad para acceder a una editorial convencional? ¿Los largos tiempos de espera que muchas veces se producen a la hora de recibir una respuesta por parte de las editoriales?
MJM
: Yo creo que es un compendio de todo lo que dices, pero, en ocasiones también es una cuestión económica, ya que lo hacen después de su primer libro, porque apenas han recibido regalías por derechos de autor. Las ventas de autores no muy conocidos son minoritarias, lo que hace que muchas veces sea más rentable la autoedición.

CHC: ¿Cree que la pandemia que estamos atravesando, especialmente los meses de confinamiento, ha provocado la proliferación de autores y autoras? Un colega me decía hace poco que ha sido como cuando llueve y escampa: que salen caracoles por todas partes.
MJM
: Ja, ja, ja. Esto es algo curioso, algunos no hemos podido escribir, e incluso hemos abandonado proyectos más largos, dedicándonos a reestructurar lo que ya habíamos escrito o a ampliarlo y mejorarlo. Sin embargo, para otros ha sido todo lo contrario. De todas formas, si esto es solo una cuestión temporal, o esos autores que han proliferado durante la pandemia han venido para quedarse, el tiempo lo dirá.

CHC: ¿Qué opina de los talleres de escritura?
MJM
: Yo he asistido a varios. Creo que son positivos. Te ayudan a introducirte en el mundo de la escritura y a depurar tu técnica. Siempre aprendes algo y te recomiendan muy buenas lecturas, que suelen serte útiles. Además, en muchos de ellos yo he conocido autores con los que luego he mantenido una relación de amistad. Por todo esto me parecen positivos. Pero también reconozco que esto es como todo, tienes que buscar un profesor que te guste, con el que te sientas cómoda, que tenga relación con tu tipo de escritura, porque si no se pasa mal. Es como hablar dos idiomas diferentes y, entonces, solo recibes críticas que percibes como negativas y te hundes. No es agradable para nadie pasar por una situación así. Creo que buscar el espacio adecuado para crecer, y no para menguar, es fundamental. Por otra parte, en muchas escuelas descuidan todo el proceso de depuración de la obra y esto es fundamental. Deberían realizarse más cursos de corrección de textos. Pienso que muchos autores pierden un buen libro por no ser capaces de hacer una adecuada corrección, que para mí es lo que da vida verdaderamente al libro.

CHC: ¿Cree que para escribir a un nivel, digamos, por encima de la media, hay que poseer un don especial? Lo mismo puede decirse de la música o de cualquier otra actividad artística.
MJM:
Yo sé que esto que voy a decir no es demasiado popular pero creo que escritor o músico o artista se es, no se aprende. Luego la inmensa mayoría de las personas con una capacidad cognitiva media y una base educativa pueden aprender a escribir, tocar la guitarra o cantar, e incluso hacerlo bastante bien, ganar concursos, pero ese toque de maestría que tienen algunos, yo pienso que se nace con él o se desarrolla de alguna manera especial durante la infancia o juventud. En mi caso, y yo no soy una escritora por encima de la media ni mucho menos, la escritura es una necesidad, casi una condena. No sé el motivo por el que tengo que escribir todo el tiempo, cuando otros, por ejemplo, pasean y nada más, yo paseo y necesito contarlo, cómo me he sentido, lo que he experimentado. Pues entiendo que algo así debe ser. Esa especie de angustia existencial constante. Eso lo tienes que sentir. A partir de ahí, se arma todo el resto, pero ese poso de percepción diferenciada, tiene que existir.

CHC: ¿Se puede llegar a ser buen escritor/a si no se lleva dentro esa especie de… «don»?
MJM
: Sí, como he contado antes, creo que sí. Además, no todos escribimos el mismo género. Se puede ser un autor fabuloso de ensayo y uno pésimo de poesía. A veces es cuestión, también, de encontrar el espacio adecuado. Se puede aprender a escribir de forma medianamente aceptable. Incluso ser un autor entretenido, pero no todos conseguiremos pintar un Guernica, o narrar las andanzas de un ingenioso hidalgo delgaducho y algo alocado que respondía al nombre de Alonso.

CHC: ¿Considera que la escritura debe ir unida a la lectura? Para ir más directo al grano: ¿cree que se puede llegar a escribir con una cierta dignidad sin tener un mínimo bagaje como lector/a?
MJM
: En esto sí que estoy segura de que es imposible. Para mí la lectura y la escritura van de la mano y son un todo indisoluble como una especie de trinidad apócrifa: lectura (padre), escritura (hijo) y creación (alma).

CHC: Proceso de trabajo. ¿Qué es primero: una idea repentina que da pie a un escrito o la búsqueda de una idea para ponerse ante el teclado?
MJM
: En mi caso siempre es una idea repentina, que desencadena otras ideas y ahí comienza todo. Casi escribo de forma automática, sin demasiado filtro. Luego, en base a esa idea monto el relato. A veces es un inicio, otras un final, otras una historia que no sé ni cómo va a comenzar o acabar, pero siempre surge primero un hilo del que tirar.

CHC: ¿Cree en la inspiración?
MJM
: Completamente. A mí me inspira la vida, el movimiento, por eso la pandemia me dejó algo abotargada, porque la vida, en cierta forma, se detuvo.

CHC: ¿Es una autora de tiempos regulares o no lleva un patrón de días y horas?
MJM
: Pues hasta hace nada era de tiempos irregulares, primero porque al ser madre la vida se complica y luego por el trabajo y las mil actividades que realizo. No obstante, cada vez intento que sea algo más regular. Al final es una cuestión también de perseverancia.

CHC: ¿Relee mucho sus escritos?
MJM
: Reconozco que sí y que cada vez más. Con el paso del tiempo, cada vez le doy más importancia a la labor de corrección y revisión. Al principio, creo que enviaba a las editoriales casi borradores, quizá por inseguridad. Esto hacía que recibiese negativas. Ahora, procuro que todo vaya bien examinado y, aun así, se cuelan erratas, errores ortotipográficos, de estilo. Una vez me lo devuelve la editorial, le doy algunas vueltas más.

CHC: ¿Corrige mucho sus escritos?
MJM
: Sí, la labor de relectura, trae consigo la de corrección. Hay veces que he tenido que dejar un relato, porque no sabía cuándo debía parar de corregirlo. Siempre encontraba algo. Creo que es bueno tener conciencia de que llega un momento en el que lo tienes que dejar, porque siempre vas a encontrar algo que te descuadre. Para mí, es muy difícil decir que un texto ya está listo, porque aunque sea poco tiempo el que ha transcurrido entre una corrección y la otra, algo sí ha pasado y ya se han producido cambios en tus percepciones, por lo que ya no lo miras, ni lo lees con los mismos ojos. Por eso, creo que es importante dejar reposar el texto, releerlo pasado un tiempo, corregirlo hasta quedar medianamente satisfecho y, después, no darle más vueltas, hasta que te lo devuelva la editorial para su publicación. Entonces, empiezas otra vez, ja, ja, ja.

CHC: ¿Qué es lo que menos le gusta de su manera de escribir?
MJM
: Quizá la prisa. A veces empiezo algo y lo tengo que terminar. Esto hace que el resultado sea extraño y que la revisión sea muy compleja. Por otra parte, tiendo a la verborrea literaria (como en esta entrevista), con lo que recortar los relatos después me lleva mucho tiempo.

CHC: ¿Y lo que más le agrada?
MJM
: Que disfruto mucho escribiendo. Me emociono cuando lo hacen los personajes, me río cuando ellos lo hacen, etc. Es como una pequeña aventura, como si tuviesen vida propia, casi me da pena terminar lo que he escrito.

CHC: ¿Cree que posee un estilo peculiar?
MJM
: Pues esto sí que no sabría contestártelo. Sé que plasmo mi forma de ver el mundo, en el que está muy marcada la empatía y la solidaridad, así como las emociones. No sé si esto es estilo peculiar. Lo que sí me gusta es experimentar cuando escribo. Es por esto, que cambio de géneros de unos libros a otros.

CHC: ¿Se considera una escritora original?
MJM
: No estoy segura de esto. Lo pretendo, como todos supongo. Tener mi propia voz, ser libre, independiente, escribir lo que me nace de dentro, con independencia del resultado. Lo pretendo, pero no sé si lo consigo.

CHC: ¿Es usted de las que se inspiran en la vida cotidiana, en los detalles, es decir, de las autoras que observan y toman nota?
MJM
: Sí, esto lo hago con frecuencia. También tomo nota de las emociones. Por ejemplo, llego a un lugar decorado en morado y escribo: «Todo es morado, como el amor». Entonces, cuando comienzo a escribir el texto lo redacto, por ejemplo, de esta manera: «María llegó con cierta antelación a la cafetería en la que había quedado con Luis. Nunca antes había estado allí, por lo que cuando entró le sorprendió descubrir que en su decoración predominaba el morado en diferentes tonalidades. Esto le gustó. Para ella, ese color simbolizaba el amor. Su amor. Poco sospechaba ella en ese momento que su vida estaba a punto de dar un vuelco, del que ni siquiera su amor se libraría».

CHC: ¿A cuántas personas deja leer sus borradores?
MJM
: A unas cuatro o cinco o más quizá. No me asusta pedir opinión. Creo que es bueno, porque el trabajo de escritor es una actividad muy solitaria.

CHC: ¿Disfruta más del camino, es decir, del tiempo de escritura, o del final, o sea, de ver ese trabajo concluido?
MJM: Disfruto de todo el viaje. Me encanta escribir, e incluso la promoción de los libros también.

CHC: ¿Puede desvelar en qué se encuentra trabajando actualmente?
MJM: Sí, por supuesto. Estoy trabajando en un libro, que tiene la tipología de un ensayo narrativo de carácter intimista que pretendo tener finalizado como primer borrador para el verano. Después del verano comenzaré a editarlo y querría empezar a enviarlo a editoriales hacia el mes de octubre.

CHC: En esta web tengo una sección dedicada a recomendar lecturas. ¿Cuál nos recomendaría usted?
MJM: En este momento la última colección de relatos de Ernesto Calabuig, Frágiles humanos publicado por Tres hermanas, y Ema de Vicky Rego publicado por Velasco Ediciones.

CHC: Para concluir, un deseo, un sueño como escritora.
MJM: Poder dedicarme de lleno al mundo literario y que mis libros sigan creciendo. Tengo otro deseo que espero vea la luz en breve muy relacionado con el mundo literario. Me encantaría que todo esto confluyese y el 2022 marcase un punto de inflexión positivo.

2 thoughts on “María Jesús Mena

  1. Juan Camacho dice:

    Extraordinaria entrevista la que José Luis, en esta ocasión, nos presenta. Una escritora desconocida para mí y que he de tener en cuenta.
    Me ha encantado sus reflexiones para definir el difícil arte del ser poeta.
    José Luis Urrutia es capaz de bucear hasta en el instinto de la persona entrevistada utilizando preguntas con rigor, destreza e interés, demostrando, una vez más, que es un profesional que se ha ganado el respeto de un público deseoso de información respecto a esta nueva generación de escritores.
    Gracias por estar ahí y por compartir tu trabajo.
    Mi enhorabuena a María Jesús Mena.

  2. Una estupenda entrevista a una de las autoras más prometedoras de la literatura española actual. No la perdamos de vista, porque dará que hablar.

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