¿Sabes bailar una peonza al tiempo que tocas El cóndor pasa con la flauta? ¿Eres capaz de hacer desaparecer un elefante al conjuro del Abracadabra? ¿Puedes eclipsar al mismísimo Frank Sinatra con tu voz de crooner?

Pues tanto si partes nueces con el culo como si ejecutas un número acrobático digno del Cirque du Soleil, tanto si tu mérito se reduce a contar chistes malos o entonar el himno de la Champions a base de eructos como si tu habilidad alcanza a bailar como los ángeles, tienes cabida en cualquiera de esos concursos made totum revolutum en los que se admite todo tipo de actividades artísticas, aunque este término venga grande a más de un número de los que pueden verse semana tras semana. Pero ojo, antes de lanzarte a alistarte a uno de estos castings, ten presente dos cosas:

• El verdadero protagonista, hagas lo que hagas, desde sonarte los mocos hasta un triple salto mortal sobre un caldero de fuego, es el jurado.
• Ese jurado no es imparcial, pues de antemano avisa, previene y amenaza con que ciertos géneros, ciertas actividades… le chirrían.

Esto es lo que viene sucediendo —al igual que en los demás concursos con diferentes nombres pero similares perfiles— en Got Talent. Cuando no es el dicharachero Jesús Vázquez subiéndose a la mesa del jurado aplaudiendo y bailando como si estuviera en un garito cualquiera a las seis de la mañana y en compañía de colegas ebrios, es su tocayo de apellido, Jorge Javier, saliendo al escenario a aprender a bailar perreo.

¿Te fiarías de un jurado que manifiesta abiertamente estar en contra de una disciplina? Yo, sinceramente, no. Y pienso que tampoco ninguno de los concursantes que en su momento han tenido que escuchar de labios de Eva Hache que no soporta a los mimos, de los de Jesús que desconfía ferozmente de los magos, de los de Edurne que odia el reguetón y de los de Jorge Javier que no tiene ni remota idea de lo que es el popping. ¿Está preparado, un jurado con estos condicionantes, para juzgar a los numerosos y variopintos participantes que se presentan? Y más teniendo en cuenta que, por encima del premio (creo que 25.000 € y un coche) destinado al ganador o ganadora, lo que está en tela de juicio es la ilusión y en muchos casos el futuro profesional de esas personas.

Tampoco nos engañemos del todo. Por Got Talent han pasado números vergonzosos y números espectaculares, lo que ha propiciado que el jurado quede poco menos que invalidado con las decisiones tomadas, pues en muchas ocasiones ha pasado de fase a participantes cuyo único mérito consistía en ser un niño simpático o un sesentón enfebrecido por un amor de juventud, dejando en la cuneta a artistas asombrosos. Prueba de este despropósito es que en las dos semifinales «oficiales» (creo que fueron dos, sí) desfilaron varias actuaciones deplorables mientras que en las dos (o tres) semifinales «no previstas» están pasando grupos de baile, cantantes solistas, acróbatas, magos… que bien podrían estar ganándose la vida con su valía.

No hay en mi discurso desafección alguna por ninguno de los cuatro miembros del jurado, pues respeto su trayectoria y sus respectivas profesiones. Mi indignación se inclina hacia el derrotero que están tomando los concursos, que parecen no sostenerse por sí mismos, buscando por el contrario la muleta de un jurado protagonista —demasiado protagonista—, lo que va en detrimento de los verdaderos protagonistas: los participantes.Y mi lamento se dirige a la injusticia de estos concursos. ¿Qué jurado de cuatro personas es capaz de valorar, decidir y juzgar con garantías a una niña que resuelve en un minuto cubos de Rubick, a un cantante de coplas, a un mago, a una cantante de soul, a un grupo de baile de cuarenta personas, a un acróbata aéreo, a un monologuista, a una pareja de baile latino, a un joven que toca canciones de los Beatles con una sierra…

La parte positiva de este injusto totum revolutum es que un buen número de artistas varios tienen la oportunidad de mostrar sus habilidades en el mejor escaparate del mundo: la televisión, y de que posiblemente, aunque el ganador o ganadora sea solamente uno o una, habrá unos cuantos que gracias a aparecer en este escenario sean reclamados por productores y empresarios.

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