Cierto es que desde muy joven la poesía forma parte de mis gustos literarios, más, infinitamente más como lector que como escritor, como también es verdad que ha habido etapas en que he estado despegado de ella y que llevaba años sin prestarle la debida atención hasta que Idoia Mielgo entró en mi vida y con ella la poesía, que cayó sobre mí como una ola de frescura y de belleza nueva.

Gracias a ella, a Idoia, la poesía ha llegado para quedarse en casa. De esa manera, y por esa mirada suya abierta al universo poético, he conocido a autoras y a autores cuyos trabajos me han provocado emociones, que es, a mi juicio, uno de los fines de la poesía.

Al mismo tiempo, como si los hados hubieran jugado a unir hilos desperdigados por el tiempo, he retomado contacto con antiguos compañeros de la Agrupación Literaria El Candil, de la que ya he hablado en otra ocasión en esta misma web.

Aquí y ahora quiero rendir un sincero homenaje a estas y estos poetas. Por su trabajo, por su aportación a este género tan fascinante como a menudo poco valorado. Sus trayectorias personales son diferentes en tiempo y abanico artístico, pero todas coinciden en un punto común: la poesía.

En estos tiempos tan vertiginosos en los que parece primar el continente sobre el contenido, alegra encontrar poetas que sienten su arte desde la entraña, que miman la palabra, que construyen con vocación de artesano y con mimo de relojero cada una de sus creaciones.

Perderse en sus versos es una delicia para el alma.  

 A OSCURAS
El aire nos descubre los desvelos,
respiran y confunden nuestra suerte,
ocultos tras los árboles cansados
son hojas hoy deshechas por el agua,

el tiempo y la venida del otoño
que besan con su rastro los caminos,
las sombras que oscurecen la alegría.
Casi nada aprendimos de lo andado.

¡Qué poco nos consuelan las victorias!

¡Qué tarde nos deslumbran los reflejos
de aquella claridad tan esperada!

La conciencia traspasa nuestra piel
y qué ajenos soñábamos a oscuras,
negando al aire todas sus razones.

Rosa Mª Marcillas Piquer (Más allá de la piel. Abismos del Suroeste, 2021).

EL FRACASO
Escribo entre los huecos de la vida,
esa que llevamos todos
medio loca de atar en la mochila,
sin tiempo para nada,
para nadie,
solo para continuar acaso respirando.

Pero a pesar de eso y de lo otro,
siento tus ruidos cerrando mis silencios.
Veo en tu entrecortado respirar,
los roces de un mañana
que ya llegó quizá ayer,
aunque no sepas.

Huelo en tus manos,
sobre todo en ellas,
la caricia envenenada de tu estancia,
y en el lugar sereno de la duda
una cama en su mitad partida,
con buen aliño de sábanas lustradas
y un meditar radiante
que hilvana en sus dobleces
los estruendos.

María Jesús Mena (Poemas ciegos. Olé Libros, 2019).

Deshace nieves,
aplaude rayos,
alarga soles,
pinta paredes deshojadas.

No hay tormenta que se resista
a su piel en flor:
y es en esa inundación de color
donde los pájaros
construyen nidos
y observan,
con plumas expectantes,
todas las que van cumpliendo.

Y no hay canto
que no siga contando primaveras.

Arantza Alava (Esencia urbana. Mahor Ediciones).

AZUL
Azul,
como tus sueños fueron siempre,
pintas el caparazón de tu mundo.

Azul,
como el mar inmenso,
como el cielo sin fronteras.

Azul,
se debate la esperanza como el zafiro,
transparente y pura.

Azul,
que transporta en sus matices
serenidad y calma.

Azul
tus preferencias
y mis nostalgias.

Idoia Mielgo Merino (Tú en mis palabras. Olé Libros, 2020).

TE ESCRIBO ESTA CARTA
Te escribo esta carta
porque hierve el silencio
en mis entrañas.

Te escribo esta carta
porque se congela el verbo
en mis palabras.

Te escribo esta carta
porque se para el tiempo
en mis estancias.

Te escribo esta carta
porque repito su texto
en mi cabeza, como un mantra.

Te escribo esta carta
porque las sombras insinúan tus contornos
en mi cama.

Te escribo esta carta
porque lleno de amor
la soledad que me acompaña.

Te escribo esta carta
confinado y en silencio,
porque ya nadie escribe cartas.

Ferran Garrido (Te escribo esta carta. Olé Libros, 2020).

CAIGO DE LAS PREGUNTAS
Caigo de las preguntas
al abrigo del verso.

Nada más apremiante y certero.

Sentir
es una mera consecuencia de latidos.

Senos.
Redes.
Por la boca cruzan semillas,
silencios,
heridas.

Veo un rostro surcado de odio,
pero el amor no cabe en una lágrima.

Algo me insta al pecado
y me apresuro a comulgar con tu lengua.

Imano Bueno Bernaola (La nieve cubriendo el patio. Valparaíso, 2020).

HE MEZCLADO
He mezclado las vocales de tu nombre
entre los versos salteados de un poemario
y han tocado las paredes de mi casa
y dormido en el lecho de mi alcoba.

Han comido junto a otras consonantes
que, talladas, sobre el viejo pergamino
le han hablado de sus cosas
y han llorado
al saberse encaminadas.
Sin destino.

Juan Camacho (Y volverá el hombre. Ediciones C&G).

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