No voy a descubrir aquí a Pedro Ugarte, ni mucho menos sus bondades literarias. Hace años, bastantes años ya, que viene demostrando que, para él, escribir va más allá de sentarse y ponerse a garabatear en un bloc o a tocar el piano en el teclado de un ordenador. Que escribir, algo que a primera vista -para muchos- puede resultar tan sencillo como juntar letras y crear frases y con ellas párrafos, no tiene nada que ver con unas ganas locas por contar historias sin más ni más, ni con las ansias desmedidas por publicar, ni con megalómanos sueños de ganar premios y fama.

Hace años tuve la buena suerte de coincidir con él formando parte del jurado de una –quizá fueron dos- de las ediciones del Concurso de Cuentos Gabriel Aresti, patrocinado por el Ayuntamiento de Bilbao. Ello nos requirió, junto a los demás miembros del jurado, unas horas, no recuerdo cuántas, de debate, de defender éste o aquél relato, de argumentar, de rebatir… Y los comentarios de Pedro siempre llevaban un empaque especial. Por poner una metáfora, diré que hubo momentos en que me sentí como un montañero, como un alpinista de los que aspiran a hollar ochomiles, frente a un sherpa experimentado, ése al que todo alpinista del mundo quisiera llevar a su lado, porque él es el gran conocedor de la montaña, de los secretos, vericuetos, senderos y espejismos de la cordillera, es decir, él es el auténtico alpinista. Y cuando uno comparte expedición con un experto así, siempre vuelve al valle un poco más sabio.

Allá por 2015-2016, cuando yo aún residía en Madrid, tuve una crisis literaria, un cabreo personal con las letras, y en una conversación con Pedro escuchó pacientemente mis cuitas y me hizo partícipe de algunos de sus trucos para salvar ese tipo de momentos y me recetó unos consejos para gestionar mejor mi tiempo y mis tiempos. En ellos descubrí los sacrificios que él realizaba en aras de conjugar sus obligaciones diarias con la escritura. Sacrificios que exigían una tenacidad y una pasión al alcance de no todo el mundo. No todo lo que me aconsejó me sirvió. Nuestros temperamentos, nuestras metodologías y nuestras naturalezas son diferentes, pero aun de lo que no llevé a cabo extraje enseñanzas. Quizá, una de las más importantes, la de echar un salvavidas a un colega cuando éste bracea angustiosamente en vez de nadar con placidez. Conclusión: un acto de generosidad.

Como decía al principio, estas letras no están destinadas a descubrir al escritor Pedro Ugarte –entre otras razones porque está ya sobradamente descubierto por miles de lectores-. Más bien pretenden ser un esbozo de su personalidad como autor, un humilde homenaje a su trayectoria y una muestra de admiración a su manera de concebir y expresar sus historias.

Como ejemplo de todo esto reseño su último trabajo, Antes del Paraíso, publicado en septiembre pasado, un conjunto de ocho cuentos en los que hace gala de su respeto hacia la literatura. Como recientemente le comentaba en privado, escritos así, con ese mimo y esa pulcritud recrean los ojos, el cerebro y la imaginación, y hacen recobrar la confianza perdida en estos tiempos en que parece que lo único importante es publicar, ver tu nombre impreso en una portada, dando, en definitiva, más valor al ego y al continente que al contenido. Le daba las gracias por su constante esfuerzo por mimar las letras sin más fin que el de entregar trabajos dignos. También le decía que amarrarse a trabajos como Antes del Paraíso salvaguarda de perecer en tormentas.

Pedro Ugarte piensa con detenimiento su idea, planea sin urgencias el trayecto, se esmera en la elección del lenguaje, cincela y pule con exquisitez cada frase. Posiblemente, esto es algo que muchos hagamos o intentemos hacer, pero es que aparte de esto hay que tener talento. Como me decía en una entrevista el también escritor Álber Vázquez, «uno puede aprender a regatear con más o menos soltura, pero nadie puede enseñarte e ser Leo Messi. No se puede llegar a ser buen escritor si no se lleva dentro esa especie de “don”». Y para mí, Pedro Ugarte posee ese don, que además entrena cada día, sin confiarse, sin endiosarse.

El respeto –repito una vez más el término, y lo hago a posta- de Pedro Ugarte hacia la literatura incluye a las editoriales, a los distribuidores, a los libreros y, por supuesto, a sus lectores, a esa legión de ellas y de ellos que le siguen, le leen y le disfrutan.

Antes del Paraíso. Pedro Ugarte.

2 thoughts on “Pedro Ugarte. El respeto por la literatura.

  1. Pedro Ugarte dice:

    Gracias por este comentario, querido colega, no sé si del todo merecido, pero que recibo con emoción. Y lo sabes.

  2. Querido Pedro, quizá haya alguien que no considere merecido mi comentario, pero para mí sí lo es y eso es lo único que me importa. Es mi opinión, y por eso la he expresado. Considero absolutamente merecido mi humilde elogio a tu trayectoria y a tu forma de concebir algo muy importante para mí: la literatura.
    Sé que lo recibes con emoción, y me alegro de ello, porque también yo lo escribí con emoción.

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