Los habituales a esta web (que cada vez son más, lo cual es muy de agradecer), advertirán que últimamente hago repetidas referencias a la Agrupación Literaria El Candil.

El Candil siempre ha estado presente en mi trayectoria vital y en mi trayectoria literaria. Fue un tiempo de descubrimientos, de aprendizaje, de vivencias, controversias, debates y horizontes. Pero en estas líneas no voy a hablar de la Agrupación, sino de alguien que fue parte fundamental en su constitución, en su desarrollo y en el impulso que adquirió, alguien que colaboró con sus creaciones y su personalidad a que el nombre de la Agrupación adquiriera cierta relevancia y respeto en el mundo de las letras en nuestro entorno y en nuestro tiempo de entonces. Ese alguien es Juan Camacho, que durante un buen tiempo ocupó la presidencia de la Agrupación.

Al igual que sucedió con otro fundador y miembro, Imanol Bueno Bernaola, de quien hace pocas fechas subí una entrevista en la sección Charlando con…, y gracias al propio Imanol, he establecido contacto con Juan tras treinta años, nada menos que treinta años, de no saber nada de él y supongo que sin él saber nada de mí.

Una de las alegrías de este reencuentro (de momento virtual) ha sido el conocer que Juan sigue teniendo contacto con otros miembros de El Candil, especialmente con el inolvidable Miguel Ángel Manjón, de quien prometo hablar más adelante. Otra alegría ha sido saber que Juan sigue escribiendo. Y una alegría añadida es que en breve va a presentar su último poemario, bautizado como Y volverá el hombre. El acto se celebrará en Valdepeñas, su ciudad natal. Personalmente, esta presentación supone un viaje en el tiempo, una acrobacia del destino que enlaza dos épocas separadas por décadas de vacío, una dicha indescriptible que va desde las sensaciones físicas a las pulsaciones más recónditas del alma.

En mi librería, bueno, para ser más exactos en la de mi compañera sentimental y profesional, Idoia Mielgo —para eso es la poeta de la casa—, habita el poemario El Dios del olvido, obra de Juan y una de las publicaciones que surgieron de aquella Agrupación entusiasta.

Larga vida a Juan Camacho, larga vida a su poesía, larga vida a la poesía, largo recuerdo el de El Candil.

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