Como ya en comentado en otras ocasiones y en otros apartados, la poesía siempre ha estado presente en mi vida. La descubrí en mi adolescencia, creo recordar que en el colegio, pero de manera puntual, sin profundidades. Había que hablar de poesía y de poetas y junto a cuatro pinceladas históricas y técnicas nos hablaban de Quevedo, de Garcilaso, de Bécquer, de Lorca, de Machado y de Santa Teresa. Posiblemente había más nombres en ese listado, pero no los recuerdo, porque, como digo, se pasaba sobre la poesía en vuelo rasante, sin escalas.

De entre todos los poetas que fui conociendo, fue Gustavo Adolfo Bécquer el que se instaló en mis lecturas, en mi pecho y en mi alma. Sus oscuras golondrinas, su arpa, su primavera, sus muertos solitarios, sus dolores, sus lágrimas… me cautivaron. Podría hablar mucho de mi querencia hacia el poeta sevillano, pero no es el momento ni el lugar.

Luego fueron aterrizando García Lorca y su pulsión emocional, Antonio Machado y su «llaneza» penetrante, Aleixandre y su elegancia, Rosalía de Castro y su capacidad para encoger el corazón, Benedetti y su mirada diferente…

En 1981 cometí la osadía de publicar un poemario, Sangre enamorada, del cual, por fortuna, ya no existen ejemplares. Vista desde la distancia, aquella fue aventura bonita, emocionante… de la que me arrepentí pocos años después, cuando mi crítica poética adquirió más poso y más peso. De aquel poemario podría salvar algunos versos sueltos, como mucho un par de poemas. Hoy no lo escondo, pero tampoco presumo de él. Digo, simplemente, que existió.

Allá por mis treinta años de edad tuve la fortuna de conocer, y de pertenecer, a la Agrupación Literaria El Candil, de Basauri (Bizkaia). Aquello fue medirme con poetas de raza, amantes del verso, críticos, sólidos, entusiastas, activos. No todo el monte de El Candil era orégano, pero hasta de los/las menos agraciados a la hora de crear aprendí algo. Y sobre todo aprendí de poetas como Juan Camacho, Imanol Bueno, Ana Molano, Miguel Ángel Manjón, Miguel Ángel Zorrilla, Pilar Ortega. Aquella etapa me hizo crecer, tanto que mi creación literaria cobró un sesgo censor que me ayudó a analizar, ordenar y seleccionar con un criterio mucho más serio.

Ha habido en mi vida, después de aquellos tiempos de El Candil, etapas en las que mi relación con la literatura se limitaba casi exclusivamente a la lectura (tan placentera y tan importante). Luego llegó la novela, después el teatro, después el mundo del audiovisual, y por último, cuando la poesía era un ejercicio que practicaba de vez en cuando y movido tan sólo por la necesidad de expresar ciertos momentos, llegó Idoia Mielgo Merino y su universo poético, que me cubrió como una ola y me arrastró a su territorio infinito. Gracias a ella, a la relación sentimental con ella, la poesía regresó de una manera incontenible, cruda, libre, con una fuerza y una rabia nunca antes sentidas ni manifestadas. Fruto de esa marea nació un poemario que, tras ser repasado y seleccionado, quedó bautizado con el nombre Entre Lobos y Sirenas. La misma Idoia fue, ante mi amago de guardarlo en un cajón, la que me animó, la que me insistió, la que me empujó a enviarlo a una editorial. Me decanté por Olé Libros, la editorial que ha sacado a la luz sus dos primeros trabajos: Tú en mis palabras y Bitácora de mi pensamiento. Las razones fueron varias. Por una parte, por tratarse de una editorial reconocida en el ámbito de la poesía a nivel nacional; por otra, por la relación familiar que intentan mantener con sus autores y autoras; y también porque de ser aceptado podría compartir con Idoia ferias y presentaciones. Debo confesar que durante un tiempo deseé que la editorial rechazara mi poemario, pero hizo todo lo contrario. Entre Lobos y Sirenas está ya en imprenta y en breve estará en las librerías.

Tengo ya las manos preparadas para recibir a esta nueva criatura literaria. Hay pudor (mucho), y también ilusión, alegría, esperanzas y agradecimientos.

Entre Lobos y Sirenas, mi regreso a un territorio al que jamás pensé retornar.

«Entre Lobos y Sirenas»

Este poemario podría haber tenido varios títulos. Entre Lobos y Sirenas es el que mejor define su recorrido y su esencia: dos mundos opuestos en trayectoria y circunstancias, un presente minado de obstáculos, dudas, miedos… Y una feroz lucha personal por alcanzar el sueño de aunar ambos mundos en aras de un futuro común.

Si la rabia, la frustración, el dolor, la pasión y la tenacidad forman parte del amor, Entre lobos y sirenas podría considerarse un poemario de amor. Pero en el fondo va más allá. ¿Hasta dónde? Ni siquiera su autor alcanza a saberlo. Hay sentimientos que no tienen explicación, definición ni límite.

Próximas presentaciones:

  • 8 de mayo. Feria del Libro de Valencia.
  • 13 de mayo. Feria del Libro de Santurtzi.
  • 4 de junio. Feria del Libro de Bilbao.
  • 11 de junio. Feria del Libro de Madrid.
  • 4 de octubre. Escuela de Música de Sestao.

La poesía y los sentidos