Allá por 2010, cuando llevaba poco más de un año con la productora audiovisual que fundé junto con mi amigo Txarly Marqués, recibí la llamada de un tal José Manuel Aparicio, que me solicitaba una entrevista para publicar —si no me falla la memoria— en una revista de Portugalete.

Quedamos en el despacho que teníamos en Beurko (Barakaldo), y allí recibí a un joven amable, educado, de sonrisa cálida, con el que enseguida empaticé —cosa que no me sucede a menudo—. La entrevista se desarrolló en torno a mi trayectoria literaria. Aquel tal José Manuel Aparicio me confesó su pasión por la literatura, por la novela histórica, por la Historia, por el noble arte de escribir.

Hoy, aquel joven es un escritor reconocido en el ámbito de la novela histórica a nivel nacional. Tan sólo lleva publicadas dos novelas: Banderizos y Bellum Cantabricum, pero con la primera obtuvo el IV Certamen Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda (2015), y con la segunda quedó finalista del III Certamen Narrativas Históricas Edhasa (2020).

Hoy soy yo el que le entrevisto. Y lo hago con el grato recuerdo de nuestro primer contacto personal, con la alegría de comprobar que aquel entrevistador de entonces perseveró con entusiasmo en su objetivo de escribir, y de ver que tiene un gran respeto hacia la literatura, algo que, por desgracia y a mi humilde entender, no se prodiga en nuestros días.

 

CHARLANDO CON…: Imaginemos que se presenta usted, como escritor, ante un gran público que no le conoce. ¿Cómo se presentaría? ¿Qué le diría?
JOSÉ MANUEL APARICIO: Un tipo que escribe novelas históricas porque le da placer y sentido a su vida.

CHC: ¿Recuerda cuáles fueron sus primeras lecturas?
JMA: Recuerdo con mucho cariño las novelas de Julio Verne y los relatos de Edgar Allan Poe que leí durante mi adolescencia. Sin ellos yo no estaría respondiendo a esta entrevista.

CHC: ¿Y qué lee ahora?
JMA: De todo un poco, lo que me apetece, aunque siempre acabo releyendo las obras que dejaron algo en mí.

CHC: ¿Cree que se lee todo lo que se debería?
JMA: Supongo que no.

CHC: ¿Por qué no se lee más?
JMA: Creo que, en parte, porque en la escuela (donde empieza todo) el alumno lo percibe como algo obligatorio y porque no siempre se seleccionan las obras más adecuadas para su edad y gustos. Lo obligatorio causa rechazo, y la elección de las lecturas debería ser más bien, hasta cierto punto, cosa de los estudiantes y no de los profesores. Si le endiñas al personal La Celestina, por decir algo (que me perdone Fernando de Rojas), buena parte de la clase las pasará canutas y despreciará la lectura.

CHC: ¿Cree que se publica más de lo que se debería?
JMA: Supongo que sí, pero yo creo que es mejor que sobren libros que no que falten.

CHC: ¿Cree que desde los organismos pertinentes se fomenta debidamente el amor a la lectura, a la escritura, a la cultura en general?
JMA: Imagino que no, de lo contrario habría más lectores. De todos modos, no todo el mundo tiene por qué leer. La lectura no es para todo el mundo.

CHC: ¿Desde cuándo escribe?
JMA: Desde los veinte años, más o menos, aunque el deseo de contar historias latía en mi mente desde bastante antes.

CHC: ¿Cómo eran aquellos primeros escritos?
JMA: No los recuerdo bien. Temas sueltos, sin una estructura clara; más bien ejercicios de escritura automática.

CHC: ¿Cuándo decide dedicarse a una carrera literaria, digamos, «en serio»?
JMA: Creo que el momento clave fue mi matriculación en la escuela de narrativa Ramón Alcaraz, hace unos catorce años. Yo ya había asistido a algunos talleres literarios bastantes años antes, pero hubo un momento en que sentí que me quería dedicar en serio a esto de escribir, y la entrada en su escuela fue clave en mi consolidación como escritor. Es un docente vocacional y todo un maestro, en el sentido más puro y preciso de la palabra.

CHC: Si no me equivoco, en un principio se inició en el relato. ¿Por qué?
JMA: El relato te permite desarrollar una historia con inicio, nudo y desenlace sin tener que pegarte una paliza de cuatrocientas páginas. Es un excelente campo de experimentación que, aunque se lee poco, merece todo el respeto creativo. Un buen relato supone un ejercicio de ingeniería narrativa más complejo de lo que parece. Es más, para personas interesadas en empezar a leer que se echan a temblar ante un mamotreto, aconsejo comenzar leyendo relatos.

CHC: Con algunos de sus relatos ha obtenido diferentes premios. Cuéntenos.
JMA: Iba a hacer un copia pega de las distinciones obtenidas, pero quedaría muy mal, así que resumo diciendo que he tenido la fortuna de quedar finalista en tres certámenes. Eso sí, lo de ganar no ha podido ser, pero tampoco me voy a quejar.

CHC: En 2016 aparece su primera novela publicada, Banderizos. ¿Qué nos contaba en ella?
JMA: Narra el enfrentamiento real entre las casas de Salazar y Velasco en el marco de las guerras de banderizos que asolaron el País Vasco durante la Baja Edad Media. Es una novela épica y emotiva que conecta hondamente con las emociones del lector. Hay batallas, traiciones, venganzas, personajes oscuros, muy oscuros…

CHC: En ella queda reflejada la violencia que durante siglos enfrentó a los grandes linajes del País Vasco, una violencia pasada de padres a hijos, generación tras generación. ¿Cree que se conoce lo suficiente esa etapa de nuestro pasado?
JMA: No lo creo. Además, existe una visión demasiado romántica del mundo de los banderizos, como si se tratase de una serie de enfrentamientos entre caballeros causados por afrentas al honor. Usted conoce el tema tan bien como yo (o mejor) y sabe que fue una guerra derivada de una fuerte crisis económica que menguó las arcas de los hidalgos, y que estos, buscando restaurar su poderío económico, optaron por el recurso de la violencia para arrebatarse mutuamente las riquezas.

CHC: La trama y el paisaje de Banderizos le toca muy de cerca, ya que usted reside en Portugalete y la acción se desarrolla en lugares cercanos, familiares. ¿Supuso esto una emoción especial para usted?
JMA: Desde luego. Fue como redescubrir mi ciudad. Lo que antes era “solo” un casco viejo, se transformó en un escenario de novela, con sus casas fuertes, sus banderizos, sus luchas…

CHC: ¿Cómo fue recibida por el público?
JMA: Muy bien. Para el público local fue una manera de redescubrir Vizcaya, y para los lectores de otras regiones, una forma de conocer una historia que les resultaba ajena y, por ello, exótica.

CHC: Banderizos fue la novela ganadora en el IV Certamen Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda. ¿Qué se siente al obtener un galardón tan prestigioso como éste?
JMA: Mucha emoción, porque era mi primera novela. Fue una forma de reafirmarme como escritor. Honestamente, creo que es para lo que he nacido. Lo he sentido desde crío. Todos valemos para algo en especial. La clave es descubrirlo y trabajar sobre ello con valentía.

CHC: ¿Tuvo alguna significancia en su carrera como escritor?
JMA: Mucha. Como digo antes, fue todo un acicate para seguir trabajando. Me permitió darme a conocer, hasta cierto punto, a nivel nacional. Y eso también me daba cierto vértigo.

CHC: En 2021, Banderizos cobra un nuevo impulso al ser publicada por Edhasa. Según tengo entendido, esta edición ha sido revisada, por usted, obviamente. ¿Qué se le puede revisar a una novela que obtuvo tanto reconocimiento?
JMA: Cuestiones puramente estilísticas. Usted, como escritor, sabe bien que con el oficio mejoramos el estilo, nos volvemos más legibles, más eficaces. Consideré que “Banderizos” tenía margen de mejora en este aspecto. Por lo demás, la historia es exactamente la misma.

CHC: Su segunda novela, Bellum Cantabricum, sale en 2020. Aquí se queda en lugares cercanos a Banderizos pero nos invita a un salto formidable en el tiempo, nada menos que hasta el año 26 a. C., en pleno apogeo del Imperio romano. ¿Qué puede contarnos de este segundo trabajo?
JMA: La novela narra la feroz resistencia de los pueblos cántabro y astur a la dominación romana en el siglo I a. C. Lo hace a través de la figura de un mercenario hispano que combate para Roma y se ve obligado a desertar. Acabará a la fuerza en el bando contrario. Tendrá que luchar para sobrevivir a la hostilidad de los cántabros y a la persecución del general Gayo Antistio Veto. Es una novela épica, de acción y de amor que plantea como tema de fondo la búsqueda de la libertad del individuo.

CHC: ¿Qué críticas tuvo esta segunda novela?
JMA: Muy buenas (alguna mala también, claro). Es una novela que engancha desde el principio y creo que eso también ha generado un boca-oreja entre los lectores.

CHC: ¿Qué fue lo más difícil de escribir en Bellum Cantabricum?
JMA: Lo más complicado es siempre la revisión del texto, que todo suene como debe. Y no siempre se consigue. La revisión de un texto propio satura mucho.

CHC: Es usted un amante de la Historia, eso queda claro.
JMA: Desde siempre. Conocer el pasado de la Humanidad, dejarse mecer por el vértigo de comprender que hubo generaciones que nos precedieron, que vivieron en un mundo muy distinto del nuestro, que sintieron, que amaron, que odiaron… Es algo apasionante.

CHC: ¿Hasta qué punto es riguroso en sus novelas? Me refiero a investigar el universo de pequeños detalles que exige una novela histórica.
JMA: Investigo mucho y procuro que la base histórica sea firme. A partir de ahí, invento tramas y personajes. Ficciono, porque si no lo hiciera, no sé si podría considerarme escritor. Y, además, no me divertiría tanto.

CHC: Es una labor ardua. ¿verdad?
JMA: ¡Qué le voy a contar! Un trabajo duro y, a veces, desasosegante, sobre todo cuando las fuentes te ofrecen datos contradictorios.

CHC: ¿Qué es lo que más le gratifica de esa labor?
JMA: El aprendizaje, y el permitirme conocer mejor las sociedades que abordo en mis novelas. Es lo más parecido a viajar en el tiempo. Por otra parte, posibilita descubrir el pasado, comprender el presente y vislumbrar el futuro.

CHC: ¿Y lo que más cuesta arriba se le hace?
JMA: Lo dicho antes, la comparación de fuentes que proponen datos contradictorios o parciales. Pero bueno, también tiene su gracia, que aquí todo suma.

CHC: ¿Cómo se consigue el equilibrio entre historia y ficción?
JMA: Poniendo 500 gramos de historia en un plato de la balanza y 500 de invención en el otro.

CHC: Le sigo en las redes sociales y por ellas sé que usted gusta, y disfruta, de visitar los escenarios de sus novelas, así como cualquier lugar que le imbuya en ese pasado que tanto le seduce. ¿Hasta qué punto le inspira pisar la tierra que luego deberá reflejar en sus escritos?
JMA: Es una herramienta de trabajo más, un momento de conexión emocional e histórica con el entorno y una forma de conocer mejor el lugar en el que tienen que desenvolverse los personajes. El escenario condiciona sus acciones.

CHC: Suele decirse que la Historia la escriben los vencedores. ¿Qué opina?
JMA: El que parte y reparte, se lleva la mejor parte. Así que sí, el que suelta leñazos con más denuedo cuenta con más posibilidades de imponer su versión del relato.

CHC: ¿Qué autores y/o autoras han influido más en su obra, si es que alguno/a lo ha hecho?
JMA: Julio Verne, Edgar Allan Poe, Robert Graves, Pérez-Reverte, Eslava Galán, Miguel Delibes, Roald Dahl…

CHC: A su juicio, ¿qué es lo que hace buena o mala a una novela?
JMA: El estilo, la tensión dramática y la capacidad de emocionar. Sin esto, difícilmente habrá novela.

CHC: Entre una buena acogida por parte del público o una buena acogida por parte de la crítica especializada, ¿con cuál se quedaría?
JMA: Con las dos. ¿Por qué elegir?

CHC: ¿Qué opinión le merecen las Ferias del Libro?
JMA: Son espacios ideales para encontrarse con los lectores y disfrutar del ambiente mágico que se genera en torno al mundo del libro.

CHC: ¿Impresiona enfrentarse al público que se acerca, ojea, pregunta, compra su poemario, le pide una firma…?
JMA: Más que impresionar, diría estimular. El que impresiono soy yo con mi sonrisa y saber estar. Es broma.

CHC: ¿Qué haría, si estuviera en su mano y si fuera posible hacerlo, para mejorar las ferias del libro, para atraer más público?
JMA: Dar más publicidad en medios y enumerar las ventajas que el público encontrará. Emocionarse, aprender, socializar… Y conocer famosos, que eso a la gente le encanta.

CHC: ¿Hay algún autor/a a quien no «pueda» leer? Me refiero, claro está, a que no soporta su lectura, no a temas personales.
JMA: No se me ocurre ninguno. Toda obra aporta algo, incluso las malas. Toda obra tiene trabajo detrás y merece mi respeto.

CHC: ¿Y quién es el autor/a al que le encanta leer?
JMA: Al que me emocione, al que me enganche, al que me haga reflexionar. En los últimos tiempos disfruto mucho con Juan Eslava Galán, por ejemplo.

CHC: ¿Cree que puede haber autoras/es que por no ser conocidos en otros ámbitos o no disfrutar de una adecuada promoción puedan pasar inadvertidos a pesar de tener trabajos dignos de obtener más éxito?
JMA: Sin duda alguna. Éxito y calidad no siempre van de la mano. Por mi oficio como consultor editorial conozco muchos escritores de buen nivel que no tienen el reconocimiento que obtendrían con una promoción adecuada.

CHC: El fenómeno de la autoedición y de la coedición está en auge y, si los datos no me engañan, cada año hay más editoriales de este estilo —incluso alguna de las grandes ha incorporado esta forma de editar como complemento a su edición tradicional— y más autores y autoras que se decantan por ellas. ¿Qué opina de esto?
JMA: La autoedición y la coedición permiten que obras que, de otra manera, no se publicarían nunca, tengan su espacio. Sin embargo, hay que diferenciar entre editoriales de autoedición y coedición serias y profesionales y las que no lo son. Estas segundas abundan, por lo que hay que ser cuidadoso a la hora de decidir con quién publicas tu libro.

CHC: ¿A qué se debe el que un autor prefiera esta forma de edición a la edición tradicional? ¿Impaciencia? ¿Temor al rechazo? ¿La dificultad para acceder a una editorial convencional? ¿Los largos tiempos de espera que muchas veces se producen a la hora de recibir una respuesta por parte de las editoriales?
JMA: Entrar en el sector tradicional es muy complicado, y no siempre gratificante. Publicar y promocionar debidamente un libro cuesta mucho tiempo y dinero, y pocas son las editoriales tradicionales que están dispuestas a hacerlo si no presumen con cierta nitidez que un libro tendrá éxito. Por eso la única forma de entrar es ganando un premio, teniendo un nombre o habiendo publicado con anterioridad y con buenos resultados, ya sea en tradicional o en otro modelo de edición. Lo que tiene de muy bueno la autoedición o la coedición es que ofrecen más libertad al autor y, en ocasiones, un beneficio económico mayor, ya que los derechos de autor siguen siendo suyos. Ahora bien, para que la autoedición o coedición funcionen, hay que hacer las cosas con mimo. Es también, como digo antes, una forma de conseguir que obras que, de otra forma, no se editarían, tengan su sitio y estén a disposición de los lectores.

CHC: Usted conoce de cerca las virtudes y defectos de ambas modalidades, ya que publica en una editorial tradicional y al mismo tiempo trabaja como editor y consultor editorial en una editorial de autoedición. ¿Cuáles son esas virtudes y esos defectos en cada una de las dos modalidades?
JMA: La virtud de una editorial tradicional reside, bajo mi punto de vista, en un factor fundamental: que la apuesta de la editorial por el autor sea firme y, por lo tanto, esté dispuesta a invertir en su promoción y a trabajar por una distribución fuerte y duradera, hasta donde sea posible. Si no tienes esto, pasas desapercibido y, entonces, la edición tradicional, en mi opinión, carece de atractivo. En cuanto a la autoedición y coedición, el principal escollo es el coste económico que supone para el autor, de mayor o menor cuantía según el tipo de obra y sus objetivos. Si bien, la mayoría de autores no solo recuperan dicha inversión, sino que ganan dinero. Y, además, no pierden los derechos de su obra, que pueden publicar con quien quieran cuando quieran.

CHC: ¿Qué opina de los talleres de escritura?
JMA: Es una buena forma de aprender y relacionarse con gente para la que la literatura es algo vivo y tangible.

CHC: ¿Cree que para escribir a un nivel, digamos, por encima de la media, hay que poseer un don especial?
JMA: De alguna forma, sí. Pero lo fundamental es trabajar de manera continuada. El esfuerzo y la paciencia acaban ofreciendo resultados. El talento sin esfuerzo sirve de poco.

CHC: ¿Se puede llegar a ser buen escritor/a si no se lleva dentro esa especie de… «don»?
JMA: Yo creo que sí, que se puede ser un buen escritor, aunque probablemente no un gran escritor. Pero esto pasa en todos los oficios. ¿Cuántos grandes médicos, mecánicos o gerentes hay? Hay poco magnífico en cada profesión.

CHC: ¿Considera que la escritura debe ir unida a la lectura? Para ir más directo al grano: ¿cree que se puede llegar a escribir con una cierta dignidad sin tener un mínimo bagaje como lector/a?
JMA: Es complicado. La lectura es alimento para los escritores. Ahora bien, tampoco se trata de atiborrarse, sino de seleccionar y de leer en profundidad y con sentido crítico. Obras buenas, y también malas, porque las segundas enseñan qué es lo que no hay que hacer.

CHC: Proceso de trabajo. ¿Qué es primero: una idea repentina que da pie a un escrito o la búsqueda de una idea para ponerse ante el teclado?
JMA: Las dos. A veces es una, más emocional, y a veces otra, más técnica. Ambas acaban confluyendo.

CHC: ¿Cree en la inspiración?
JMA: Sí, y luego hay que dedicarle tiempo ante el teclado. Una mente dispuesta a trabajar es una menta abierta a la inspiración.

CHC: ¿Es un autor de tiempos regulares o no lleva un patrón de días y horas?
JMA: Trabajo a diario, incluidos los fines de semana, que es cuando puedo echarle más tiempo. Ahora que lo pienso, hace años que no sé lo que es un fin de semana tocándome las glándulas, que también es una actividad verdaderamente placentera.

CHC: ¿Relee mucho sus escritos?
JMA: Demasiado.

CHC: ¿Corrige mucho sus escritos?
JMA: Lo necesario.

CHC: ¿Qué es lo que menos le gusta de su manera de escribir?
JMA: Cierto exceso de pomposidad y algunas oraciones estilísticamente “ingenuas”. Posteriormente me entran ganas de abrirme la frente a cabezazos.

CHC: ¿Y lo que más le agrada?
JMA: El uso preciso de figuras literarias que encajen en un ritmo equilibrado. La clave es obtener un alto grado de musicalidad. En este sentido, conviene leer los textos en voz alta y con la entonación adecuada, según la emoción que se quiera transmitir. Esto ayuda a saber si la narración fluye con la cadencia adecuada. “El oído es el único juez”. Ya lo dijo Robert Louis Stevenson.

CHC: ¿Cree que posee un estilo peculiar?
JMA: No lo sé. Intento tener mi voz, eso sí.

CHC: ¿Se considera un escritor original?
JMA: Lo intento, pero no sé si lo soy. Eso deben decirlo los lectores.

CHC: ¿Es usted de los que se inspiran en la vida cotidiana, en los detalles, es decir, de los autores que observan y toman nota?
JMA: Por supuesto. El escritor de raza trabaja veinticuatro horas al día y se fija en todos los detalles, consciente e inconscientemente. El estado de duermevela es fabuloso para la inspiración. A veces surgen ideas fascinantes desde algún punto indeterminado de la mente. Es una sensación muy placentera, como si fluyeran de uno mismo sin ser uno mismo. Como ser otro en uno. La faena es que te toca apuntarlas en plena noche.

CHC: ¿A cuántas personas deja leer sus borradores?
JMA: A tres o cuatro.

CHC: ¿Disfruta más del camino, es decir, del tiempo de escritura, o del final, o sea, de ver ese trabajo concluido?
JMA: De la escritura.

CHC: ¿Se ve escribiendo una novela histórica pero en tiempos más cercanos, como por ejemplo siglo XIX o principios del siglo XX?
JMA: Sí, es posible. Lo importante no es el género, sino el deseo, la necesidad de narrar.

CHC: ¿Puede desvelar en qué se encuentra trabajando actualmente?
JMA: En responder a esta entrevista. Bromas aparte, en una novela histórica cuya acción transcurre en la Germania romana del siglo I d. C.

CHC: En esta web tengo una sección dedicada a recomendar lecturas. ¿Cuál nos recomendaría usted?
JMA: Por ejemplo, los fantásticos cuentos de Roald Dahl. “Relatos de lo inesperado” es un volumen en el que el ingenio del autor y la técnica del buen relatista se dan la mano.

CHC: Para concluir, un deseo, un sueño como escritor.
JMA: Vender millones de ejemplares y forrarme.

4 thoughts on “José Manuel Aparicio

  1. Francisco dice:

    Magnifica entrevista, muy alineado contigo….👌😉

    1. Gracias, Francisco. Respuestas muy interesantes.

      Un gran abrazo.

  2. Blanca Ramos dice:

    Muy interesante.

    1. Gracias, Blanqui.

      Un fuerte abrazo.

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