Descubro tu sombra frente a mí, a mis espaldas percibo tu perfume inconfundible.
Siento el roce de tus cabellos en mis hombros y el tacto de tu mano acariciando mi nuca mientras musitas mi nombre.
Y sólo alcanzo, ahogado en lágrimas, a murmurar: «Amor, sella con tus labios los resquicios de nuestra casa para que nada ni nadie ose traspasar el mundo que juntos creamos».